Carta con respuesta

Intenta no oler

Cuando Alfredo Pérez Rubalcaba y otros políticos europeos y españoles hablan de avalancha de inmigrantes, parecen olvidar que lo hacen sobre personas que, muchas veces, vienen a Europa para no vivir en la miseria absoluta y, en consecuencia, morir pronto y hambrientos. Cuando intentan cerrar las fronteras, están diciéndoles a esos inmigrantes: "Aquí no vengáis, la muerte es vuestro problema y, si puede ser, morid en vuestro continente y no en el viaje". Las cifras de náufragos cantan tan mal como huelen. Así que Rubalcaba, con su innata simpatía y sus buenas palabras, podría, en vez de paños calientes, proferir crudas verdades y decirles a esos hombres y mujeres: "Morid, vivid, haced lo que os dé la gana, pero no vengáis a Europa. Porque molestáis».

JUAN DAVID VARGAS PÉREZ MÁLAGA

Qué quiere que le diga, le sobra razón. Escalofríos me dan cuando oigo a Fernández de la Vega despotricar contra Berlusconi: ¡como si nuestro trato a los inmigrantes fuera para ir presumiendo! Y el tal Rubalcaba... ¿se acuerda del Cojo Manteca? Ese punk que destrozaba mobiliario urbano. Pues se acordará de cómo estaban las cosas entonces, porque la Policía (con el ministro Barrionuevo) era mucho peor que Jon Manteca: disolvía las manifestaciones de estudiantes a tiros, con armas de fuego. El 23 de enero de 1987, utilizó todo un arsenal: fusiles, revólveres y hasta escopetas. Una estudiante de 2º de BUP, de catorce años, recibió un balazo en un glúteo. El ministro Maravall lo lamentó. Rubalcaba, que ya era un alto cargo en Educación (luego fue Secretario de Estado y ministro), supongo que también lo lamentaría. La protesta estudiantil de nada sirvió: fue el propio Rubalcaba el que les echó en público la culpa de todo a los estudiantes por elegir "carreras devaluadas". Es vuestro problema: asunto concluido.

Lo último que le oí a Rubalcaba fue defender con calor la ampliación del plazo de retención para inmigrantes a sesenta días, veinte más que ahora. Inmigrantes irregulares, es cierto: igual que es irregular esa retención. Lo hizo con su habitual estilo sibilino y enredador, hablando de "complejísimos" procesos y advirtiendo de que, "si somos laxos, la avalancha no hay quien la pare". ¿A que parece Berlusconi? Es vuestro problema: asunto concluido. La noticia venía ilustrada en El País con una foto de Javier Solana abrazando a Rubalcaba. Vaya par de dos.

Padezco de buena memoria, no lo puedo evitar. No acordarme (de quién es Rubalcaba, por ejemplo, o Solana) me resulta tan difícil como al pescadero al que Obélix le pedía: intenta no oler. La memoria tampoco huele a rosas, qué le vamos a hacer. Qué oportuno criticar a Berlusconi, que es el malo de verdad, ¿a que sí? Y qué poca vergüenza.

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