Carta con respuesta

Más pedagogía

Querida Carmen: te felicito, en primer lugar, por haber sido madre y que todo haya salido bien. Sobre tu persona y la de tu hijo, se escribirá y se llenarán programas de televisión. El interés por tu estado sabemos que trascenderá, incluso más allá de lo razonable, y es por eso por lo que quisiera pedirte que, desde tu posición, seas ahora más madre que ministra, que agotes hasta el último día de la escasa baja maternal que tenemos en España y que, de este modo, sea percibida la importancia de tu presencia al lado de tu hijo (la importancia de todas las madres trabajadoras al lado de nuestros hijos). Querida ministra, como madre, eres insustituible y tu hijo te necesita, más que nadie, a su lado.

LOLIVí RUIZ GARRIDO LA CAROLINA (JAÉN)

 

He leído con mucho interés su carta y también el apasionante debate, en este periódico, entre Luz Sanchis y Salomé García. Yo vivo en el centro de Madrid y he asistido a innumerables chulerías ministeriales: cortar una calle para que pase el coche del ministro (que iba a una fiesta, me consta), apartar a los peatones para que la comitiva se salte un semáforo tan campante, comprobar cómo el ministro de turno no hace ni una sola cola, etc. A veces, he oído protestas y he visto conatos de amotinamiento, pero en general los sufridos ciudadanos nos resignamos. ¿Por qué? Porque fingimos entender que un ministro tiene dedicación plena y no puede perder ni un minuto en un atasco: su responsabilidad es dedicar todo su tiempo disponible al trabajo.

Así que, en principio, un ministro no lleva una vida normal, tiene privilegios excepcionales porque también se hace cargo de responsabilidades excepcionales y renuncia a ciertas cosas. Creo que cualquier ciudadana tiene derecho a la baja íntegra y debe ejercerlo. Sin embargo, ¿una ministra es una ciudadana cualquiera? ¿No viaja con un equipo médico que incluye hasta anestesista? ¿No tiene a su disposición todo el personal necesario para cuidar al niño? ¿No se desplaza en coche con chófer y sirena? La idea parece ser, sin embargo, disfrutar de todos los privilegios de ser ministra y, al mismo tiempo, de todos los derechos de cualquier ciudadano de a pie. No sé si me convence, la verdad. Imagine que un ministro, si sucede algo, dijera: a mí no me molesten, que estoy de vacaciones, ¿qué pasa, no es un derecho que tengo como los demás ciudadanos?

La cuestión es, claro está, que Chacón es una ministra pedagógica. Como los animalitos de las fábulas, su verdadera función es transmitir la moraleja. Tiene que dar ejemplo y, visto así, quizá su deber sea agotar la baja. No estaría de más, en ese caso, que también diera aún más ejemplo yendo en metro, haciendo cola o viajando en clase turista y sin equipo  médico.

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