Carta con respuesta

Agentes secretos

Leo que el magistrado García-Calvo fue objeto de una maniobra de infamia desde el Centro Nacional de Inteligencia. El año pasado le presentaron como un hombre violento que se picó con otro conductor y le encañonó con una pistola, añadiendo además que dijo:  «No sabes con quien te metes; soy juez». Pues bien, todo era mentira y fue una maniobra desde el CNI que utilizó un contratado, un ‘charli’ en su jerga, para provocarle. Lo siento, pues será un centro, pero no al servicio de la nación y menos de inteligencia.

SALVADOR LÓPEZ DE AGUIRRE MADRID

Yo no me lo creo, aunque me encantaría, porque así la vida, esta vida que llevamos, se volvería por fin apasionante, una conspiración en toda regla. Ese individuo que se me coló en el súper el otro día, ¿será un agente secreto, un charli, y sólo buscaba provocarme? Tenía que haber sacado una pistola y haberle dicho: "No sabes con quién te metes: soy filólogo, tío". La chica pizpireta que me tiró los trastos la otra noche, ¿no será del CNI, pagada por mi novia, para poner a prueba mi improbable fidelidad?

Hace muchos años escribí una novela (sí, he venido a hablar de mi libro, qué pasa) en la que había una ciudad donde toda la población eran agentes secretos. Cada uno tenía asignada una peligrosa misión y una falsa identidad para llevarla a cabo. Si alguien finge ser albañil, en lugar de ser albañil de verdad, no se sentirá tan descontento, aunque de hecho haga lo mismo que un albañil auténtico. El agente con cobertura de albañil, por ejemplo, viviría su vida corriente (difícil de tolerar), pero lo haría por motivos de seguridad (con el entusiasmo que despiertan las auténticas aventuras). Y con una ventaja adicional: un agente secreto disfrazado de albañil, ¿por qué se iba a poner a organizar una huelga?

Este maquiavélico plan de los poderosos, en mi novela, fracasaba estrepitosamente a causa (como de costumbre) del dichoso "factor humano". El agente secreto con tapadera de farmacéutico se enamoraba de la agente que fingía ser maestra. "Soy un agente secreto", le confesaba. "¡Toma, como yo! Estamos hechos el uno para el otro, Feliciano" (era su nombre en clave). Ahora, sin embargo, vuelve la esperanza: que el CNI tenga jerga, que manipule, extorsione y lleve a cabo esas operaciones tan complicadas como absurdas es una excelente noticia. Que se organicen "maniobras de infamia" es apasionante. Si lo que usted dice fuera verdad, ¿para qué íbamos a necesitar novelas de templarios? Al menos así nos libraríamos de que Ruiz Zafón venga a España para regañarnos porque aquí "la literatura es un gueto de mediocridad, de aburrimiento, de pretensión y de pose". Qué alivio: con las jeremiadas de Goytisolo ya teníamos más que de sobra.

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