Carta con respuesta

No se fía

Barack Obama reza todos los días. No tiene reparos en afirmar que la religión influye en su vida y en su política. Se definió como persona creyente que reza. Su participación en la pequeña pantalla muestra su afán por conquistar a los votantes interesados en los temas sobre valores morales. Los demócratas intentan atraerlos de nuevo. Piensan que lo conseguirán hablando sin tapujos de su fe. No van mal encaminados. Los evangélicos blancos votaron por Bush en un 80%. Y los católicos, que antes votaban mayoritariamente a los demócratas, se apostaron por los republicanos por ser más pro-vida. Debe ser coherente con su fe y no legalizar el aborto, como ha prometido.

CLEMENTE FERRER ROSELLÓ MADRID

Que Obama rece o no me trae sin cuidado. Por mí, como si se opera; aunque ya sabemos de sobra que en un país como Estados Unidos, no tiene más remedio que rezar o por lo menos hacer como si rezara. También rezaba bastante Franco, comulgaba sin reparos y luego firmaba sentencias de muerte en la mesa camilla mientras tomaba la merienda o departía sobre moral cristiana con Pinochet, ese otro fervoroso católico de comunión diaria.

Lo que de verdad me sorprende (y me irrita) es que, si Obama se dirige a los votantes meapilas, usted los llame "votantes interesados en temas sobre valores morales". Y se habrá quedado tan pancho, ¿verdad? Mire, ahí estoy de acuerdo con Peces-Barba (sí, gran artículo el suyo): ¡non possumus! O en castellano derecho: ¡hasta ahí podíamos llegar! Una cosa son los asuntos religiosos y otra, muy distinta, los asuntos morales. La Iglesia, no sólo no tiene el monopolio de la moral (como pretende), sino que ni siquiera es, en mi opinión, una voz que deba tenerse demasiado en cuenta, dada su acreditada trayectoria de desprecio de los valores éticos, oposición a la democracia, uso de la fuerza contra la razón y menosprecio de las instituciones básicas de la convivencia. Su propia carta es un ejemplo: ¿valores morales? En realidad a usted sólo le importa que las confesiones religiosas coaccionen todo lo posible a los candidatos para conseguir que la libre decisión sea ilegal en relación al aborto. Ni una sola palabra sobre, digamos, la invasión de Irak, la pena de muerte o la inmigración, asuntos en los que, como es notorio, no interviene ninguna consideración moral, ¿verdad?

Lo siento, pero, en lo tocante a ética y moral, la Iglesia tiene demasiadas deudas y poquísimo crédito. Puede opinar, por supuesto, igual que los filatélicos o los ferreteros, pero yo al menos ya no le fío ni una caña como no pague por adelantado. Y si quiere opinar, que pague en metálico, con razones y argumentos: aquí ya no se admiten cheques del Altísimo ni pagarés episcopales.

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