Carta con respuesta

Hay noches

En verano, más que nunca, los jóvenes acuden a la diversión nocturna que les ofrecen las discotecas. Predominan, entre ellas, atuendos livianos en un afán de captar a los miembros del sexo opuesto por la mirada. Respetaos a vosotras mismas, les diría, haced que vuestros compañeros os estimen por vuestra simpatía, por la calidez de vuestra mirada, por vuestras cualidades y vuestras sonrisas, por vuestro afecto sincero. Que ellos no tengan que echaros en cara que los distrajisteis con vuestra provocación y les impedisteis miraros a los ojos. Que vuestros valores no queden ocultos bajo vuestra sensualidad, que vuestras ganas de construir el mundo no queden rebajadas por una exhibición deshonesta del núcleo de vuestra intimidad femenina

EVA N. FERRAZ. BARCELONA

¡Barástolis! Van escotadas y resulta que realizan "una exhibición deshonesta del núcleo de su identidad femenina". ¿El núcleo de la identidad femenina está en las tetas, en los glúteos, en los muslos y en la cintura, que imagino que será lo que enseñan? ¿De verdad cree que el núcleo de su identidad como mujer está localizado bajo su falda? Pues yo lo que le diría es que se respete a sí misma: como mujer, considérese algo más que un buen culo, que no tenga yo que echarle en cara que me fijo sólo en el núcleo y considero accesorio todo lo demás. Usted, como mujer, es algo más que un par de tetas, no se infravalore: ése no es el núcleo de su identidad. O a lo mejor sí, claro: usted sabrá mejor.

Si yo tuviera una identidad masculina (supuesto dudoso), su núcleo no serían mis propios testículos. Y si salgo por la noche a ligar (muy rara vez) no pretendo atraer a las tías por la calidez de mi mirada, mi bachillerato o presumiendo de que siempre bajo la tapadera del baño después de hacer pis. Quizá no lo sepa, pero en las discotecas la gente va a coquetear, es una cosa sensual, corporal, una relación basada en la atracción física. No es la única posible, pero ¿qué tiene de malo? No está uno todo el día leyendo a Hegel, también hay momentos en los que se agradece un tebeo. Hay noches en las que lo último que uno quiere es que le respeten: ni hablar, se trata de echar un polvo (o dos). ¿Qué tiene de malo, salvo que le pueda dar envidia, como a mí?

Como nos advertía Cervantes, el escritor alegre: "no siempre se está en los templos; no siempre se ocupan los oratorios; no siempre se asiste a los negocios, por calificados que sean. Horas hay de recreación, donde el afligido espíritu descanse. Para este efecto se plantan las alamedas, se buscan las fuentes, se allanan las cuestas y se cultivan, con curiosidad, los jardines". Y se va a las discotecas a ligar, añado yo, sin mayor daño para cuerpo o espíritu.

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