Carta con respuesta

Comprad, malditos

Leo en un periódico el siguiente titular: "El libro digital ganará al papel en 10 años". Ante una estupidez tan sorprendente como publicitaria no puedo evitar pensar cuánto ganaríamos todos si estos tristes mercachifles de la electrónica dejaran de preocuparse tan desesperadamente por colocarnos sus inútiles cachivaches de diseño y se pusieran a leer esos libros que tratan tan virulentamente de sustituir con sus absurdas pantallitas de colores. Por favor, ¡déjennos en paz!

MARIO DEL ROSAL CRESPO MADRID

Cuánta razón tiene. Con la industria del libro se gana dinero, pero debieron de pensar: ¿no ganaríamos el triple con libros electrónicos? De eso se trata. Es una necesidad que nadie había sentido jamás. Cualquiera que haya trabajado en una oficina sabe de sobra que, cuando alguien quiere leer algo, lo imprime en papel. Umberto Eco decía que los ordenadores eran una catástrofe ecológica, porque la gente no hacía más que imprimir como descosidos: toneladas de papel, bosques enteros sacrificados. A mí el libro me basta: es portátil, barato, no necesita pilas, se puede usar en hasta en la cama, hay bibliotecas, se subraya, se puede volver a leer dentro de veinte o de mil años... me parece la tecnología punta para almacenar y transmitir conocimiento. El que haya leído libros, jamás los cambiaría por un chirimbolo, salvo a la fuerza.

Sin embargo, si se empeñan, pronto habrá gente que nunca haya leído libros y ya sólo lea en pantallas. Y, como ha sucedido con los ordenadores, cada dos años cambiarán el sistema operativo, les añadirán algo, introducirán una supuesta mejora que será incompatible con lo anterior, etc. Nos obligarán a consumir más y a mayor ritmo. Con (pocas) dificultades todavía se puede leer un libro de la Edad Media: un archivo de texto de hace diez años jamás se puede ni abrir. Con libros electrónicos tendrán a todo el mundo comprando como botarates, cambiando de trasto cada tres años, como de coche, televisión, DVD, etc. Yo aún leo de vez en cuando las novelas de Salgari o de Los Cinco que fueron las primeras que leí. En cambio, todo lo que escribí en mi primer ordenador, un Commodore 64, sería irrecuperable por completo si no lo hubiera impreso en papel.

Para satisfacer la avaricia capitalista hay que mantener un consumo en constante crecimiento. De ahí la obsolescencia programada en todo: se fabrican las cosas para que no duren, de forma que haya que seguir comprando. El diseño y la innovación tecnológica aumentan cada año los beneficios. Los libros en papel son demasiado baratos, demasiado duraderos, útiles y fáciles de compartir. Son un verdadero peligro. Por eso nos meterán el e-libro por las narices, ya lo verá. Como de costumbre.

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