Carta con respuesta

Terca esperanza

Todos los años me pregunto para qué se presentan tantas obras literarias al Premio Planeta, cuando los autores desconocidos y no invitados a participar nada tienen que ganar. 601.000 euros no se entregan a cualquiera. El negocio tiene que ser seguro y eso sólo es posible con un autor consagrado. Si no eres de la categoría de Cela, Millás, Vargas Llosa, etc. no pierdas el tiempo en enviar tu insignificante obra. 526 trabajos inútiles este año que han quedado en la cuneta, como no puede ser de otro modo. Esas obras ni siquiera son leídas, pues no hay comité de lectura que se trague 528 novelas. A la primera o segunda página son desestimadas. Incluso el premio finalista tiene que tratarse de un buen nombre en el mundo literario porque lo que se lleva no es poca plata. Hay mucho escritor aficionado e iluso que cree que puede aspirar a esa fortuna que el señor Lara entrega.

ANTONIO NADAL PERÍA ZARAGOZA

Puedo ofrecerle dos respuestas, una basada en la naturaleza humana; y otra, en mi experiencia personal. Somos como somos y ya sabemos que la esperanza es indestructible como un insecto. Da igual que la pises y aprietes, da lo mismo que la fumigues con pesticida: en cuanto levantas el pie, la cucaracha comienza a mover las patas. Por eso hay tanta gente que se presenta al Planeta, porque todos creemos que, sólo esta vez, con nosotros, será diferente.

Además, ni siquiera es necesario ganar o quedar finalista. Yo me presenté hace casi veinte años a un premio, que, por supuesto (y con razón), no me dieron. Tampoco quedé finalista. Al día siguiente me llamó un editor. Dos miembros del jurado le habían recomendado mi manuscrito: Jesús Torbado y Víctor Márquez Reviriego. Gracias a la generosidad inagotable de Víctor, poco después publiqué mi primera novela. Ni fui iluso ni me quedé en la cuneta, como afirma: sí que tuve algo que ganar. Años después perdí otro premio, pero el libro se publicó porque otro miembro del jurado, Vila-Matas, lo recomendó.

Hay mucha leyenda, se lo aseguro. He sido jurado en muchos premios y también he hecho cribas. Es difícil (no imposible) que un manuscrito bueno pase inadvertido. En una criba, uno deja pasar casi cualquier cosa que tenga una mínima calidad. De hecho, al jurado llega una docena de manuscritos y la mitad ni siquiera debería haber llegado: sólo son un poco menos malos que el resto. El premio a veces se da por conveniencia editorial, pacto previo, amiguismo, etc. Sin embargo, todos los miembros del jurado recomiendan a editoriales los manuscritos no premiados que les gustan. Por eso, según mi experiencia a ambos lados (escritor inédito y jurado), se presenta tanta gente a premios. Sí que sirve de algo, aunque no ganes.

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