Carta con respuesta

Tele-teología

Nadie podrá dudar ya del valor de las palabras del Papa. Sólo por transmitir las suyas durante su breve visita a Valencia las autoridades del PP pagaron allí más de seis millones de euros, es decir, más de mil millones de pesetitas; aunque haya que descontar  el millón de euros que se quedó por ese chanchullo  el Bigotes y sus compinches de la trama Gurtel, según documentos incautados por la policía. Lo malo para todos los ciudadanos es que esa millonada fue pagada de nuestros bolsillos, y que habrá que pagar aún más cuando los demás representantes de otras religiones e ideologías, ya mayoritarios en nuestro país,  exijan un gasto público proporcional en favor de sus opiniones.  

EUSEBIO FRESNILLO ORTIZ. ZARAGOZA 

De acuerdo, también leí con estupor que "la televisión valenciana pagó por los actos del Papa el doble de su coste real". No me sorprendió que las empresas que se encargaron se embolsaran la diferencia entre el coste real y lo que se pagó. Doy por hecho que es la práctica habitual. Lo que de verdad me indigna es que los actos del Papa tengan un "coste real", o sea, que además de aguantarle por la tele, tengamos que pagar. En mi ingenuidad, yo pensaba que las televisiones cobraban por emitir propaganda, incluso aunque se tratara de "propaganda fide". Pues no, resulta que a los anunciantes de buenas nuevas les pagamos un "coste real", es decir, lo que valga sonorizar el espectáculo, poner pantallas y tal vez los bocadillos para el público. A los que anuncian detergentes, en cambio, les cobramos. No lo entiendo.  

Si un señor predicando por la tele nos cuesta tanta pasta es como para pensárselo dos veces. A lo mejor sale más barato un partido de fútbol, una teleserie, una buena película o un sermón ecológico de Al Gore.  

Habría que hacer un Teo-Canal, o Canal Plus Ultra, dedicado en exclusiva a retransmisiones religiosas, el Papa, unos cuantos rabinos, varios ayatolás, evangelistas con sus canciones y el sursuncorda. Pero en mi opinión debería ser un canal de pago, pay-per-view, y el que esté a favor de las homilías, vengan de donde vengan, que se las pague de su bolsillo, no del fondo común.

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