Carta con respuesta

Divino tesoro

Vivimos en una sociedad en que la estética se relaciona muy mal con la ética. Ambas fallan, y la moda, sobre todo la moda joven, que siempre ha sido el reflejo de lo que piensa y siente la sociedad de todas las épocas, se nos presenta desestructurada, donde se ensalzan los pingos y los harapos, privan los colores tenebrosos o los chillones terriblemente combinados. O cambiamos nosotros, o que cambie la moda para que la sociedad se reponga.

MARÍA TERESA DELÁS, Barcelona

Está usted segura de que la moda de los jóvenes "siempre ha sido el reflejo de lo que piensa y siente la sociedad de todas las épocas"? A mí me cuesta creerlo: ¿en la Roma imperial? ¿En la época de Lázaro de Tormes? ¿En las fábricas de Manchester hacia 1845? Es más, me cuesta creer que siempre haya existido "moda joven". Pienso que el protagonismo de la juventud es algo muy reciente, que quizá comienza en el Romanticismo y culmina, por un lado, en el fascismo juvenil y deportivo, orteguiano y deshumanizado; y por el otro lado en la publicidad de El Corte Inglés: ¡Qué grande ser joven! Aunque al final, por supuesto, los extremos se toquen.

Tradicionalmente la juventud no era más que un trámite (a menudo fastidioso) que había que evacuar lo antes posible. La moda, por lo que yo sé, era cosa de los ricos y prepotentes, con "aquellas ropas chapadas que traían" y "las damas, sus tocados e vestidos, sus olores". Algo como "las justas e torneos", las intrigas palaciegas, el adulterio recreativo o las poesías en acrósticos: distracciones de ociosos sin mucho seso, marichaladas (diríamos hoy), "verduras de las eras" en resumidas cuentas. Son los románticos los primeros que dan (excesiva) importancia a ser jóvenes y a ir vestidos como fantoches, para expresarse a sí mismos (sería). A partir de Isabel II, en España, los jóvenes ricos, además, se aflamencan, con patillas de boca de hacha incluidas, y sus madres se quejan de que llegan a casa "oliendo a pueblo". La duquesa de Alba sigue con esa misma "moda joven". Yo creo que a partir de esa época ya sí se puede hablar de "moda joven" y de la juventud como moda.

Desde entonces, en mi opinión, la "moda joven" no es más que un negocio (redondo) y sólo refleja la espectacular capacidad de sumisión que todos tenemos ya con pocos años (y luego no hace sino aumentar). Cuentan que Samuel Beckett se encontró a Arrabal haciendo una barricada en París con unos jóvenes, en mayo del 68. Le preguntó qué hacía y Arrabal le dijo que la revolución, cambiar el mundo y tal y cual (en plan Manu Chao, para entendernos). Beckett le desengañó: "Pero qué dice usted, hombre de Dios: dentro de cinco años todos estos jóvenes que le acompañan se habrán hecho notarios". Pues eso.

RAFAEL REIG

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