El repartidor de periódicos

La hostia

abc.200He tenido que observar 35 años de carrera política de Mariano Rajoy para descubrir algo admirable en la persona de nuestro presidente, y aun sostengo algo de duda sobre si no me estaré precipitando. Estoy hablando de la hostia, por supuesto. La noticia sucedió a eso de las siete del miércoles, y cuando el Diario de Pontevedra colgó el vídeo de la agresión yo ya baruteaba por las tabernas con mis filibusteros. Al poco tiempo, un corrillo de parroquianos se agolpaba en la barra alrededor de mi ipad:

--¡Vaya hostia!

--Ponlo otra vez.

--Eso, ponlo otra vez.

--Qué bestias sois los gallegos --me dijo un vasco.

--Lo más jodido es que esto le va a dar más votos, al cabrón.

--Eso es verdad, pero le está de puta madre. Se lo merece, coño --soltó una muy delicada muchacha.

--No digas barbaridades --asumí mi rol fangoso de Campo Vidal tabernícola.

--Es verdad, tía. Esas cosas no se pueden decir --me apoyó muy serio un amigo antes de no poder reprimir la carcajada.

La risotada se le contagió a lo unánime. Éramos todos carne de crisis: taberneros, electricistas, ñapas, deshollinadores, telefónicos temporales de la fibra óptica, supervivientes del subsido, camioneros a destajo, este periodista... No voy a cogérmela con papel de fumar para reconocer que allí casi todo el mundo estaba como medio alegre. Como si aquella hostia hubiera colmado los deseos de venganza delegada de mi caterva contra el máximo responsable de sus cuatro últimos años de precariedad, fiados, deshaucios, hijos reconrosos y desesperanza.

Se cansaron de repetir el vídeo cuando ya lo habían visto tantas veces como Pretty woman, más o menos. En el debate posterior (los pobres también debatimos), la condena se hizo unánime, e incluso la delicada muchacha se retractó de su beligerancia inicial. Pero era una condena políticamente correcta, o sea, hipócrita. A mí me vino a la cabeza una anécdota que relataba Charles Chaplin en alguna de sus biografías, y que reflejó con certero anzuelo creativo Richard Attenborough en su película sobre el genio inglés. Corrían los primeros años treinta y EEUU estaba sumido en la gran depresión. La miseria más honda se había socializado entre el campesinado, el proletariado y la pequeña burguesía. Las uvas de la ira eran, para muchos, el único alimento de primera necesidad al que podían acceder. El fanático J. Edgar Hoover, futuro fundador del FBI (1935), ya estaba enfermo de manía persecutoria contra Chaplin, a quien consideraba peligroso comunista. Sydney, el hermano de Charles, barruntaba el peligro, y conminó a su hermano a suavizar la carga anarquista de sus películas. Insistía, sobre todo, en la conveniencia de eliminar los gags en los que The Tramp (el vagabundo) pateaba los traseros de policías, alcaldes, caciques, empresarios y otras dignas autoridades. Chaplin le explicó a su hermano por qué The Tramp nunca cambiaría. Cuamdo el pueblo vive azotado por el poder, la única catarsis a la felicidad la alcanza cuando ese poder es ridiculizado, pateado, humillado. The Tramp nunca iba a privar a sus miserables de ese pequeño regocijo. El vagabundo nunca cambió y Hoover tampocó: lograría expulsar finalmente a Chaplin de EEUU en 1952.

Mis filibusteros se sintieron tan identificados con esta vieja historia que me lo agradecieron obligándome a pagar otra ronda.

elmundo.200En los periódicos, como entre mis filibusteros, también he visto esta semana sobrevolar al buitre de la hipocresía. Mientras Mariano Rajoy y sus huestes (excepciones segovianas aparte) analizaban el tema con entereza y dignidad evitando añadir la ya famosa hostia a su agenda de campaña, la barahúnda mediática de la derecha no pudo elidir rastreras insinuaciones sobre las causas profundas del crochet.

El Mundo editorializaba el jueves sobre el asunto (Una agresión que evidencia la cultura del cainismo) con una velada alusión a Pedro Sánchez y a su vehemente enfrentamiento con Mariano Rajoy en el debate del pasado lunes: "La violencia no surge de la nada [...]. Nuestros políticos son dados a algunos excesos verbales que luego se vuelven contra ellos porque no se debe demonizar a nadie". Ítem más, ahora contra el 15-M, la PAH y, en resumen, el germen de Podemos: "Lo hemos visto a lo largo de los últimos años con manifestaciones que han terminado en saqueos de comercios, con lanzamientos de piedras y objetos contra las Fuerzas de Seguridad, con escraches ante domicilios de líderes políticos, con insultos y persecuciones en la Universidad, con amenazas en la calle a diputados y cargos públicos e incluso con intimidaciones a sus familiares".

larazon.200Desde su ABC, el director Bieito Rubido también arrojaba una puyita al candidato "ruín y mezquino" (Rajoy dixit): "Ese instante de furia tiene que ver con un caldo de cultivo fomentado con infinita frivolidad por quienes han reeditado en nuestro país la inquina ciega y contumaz al oponente político". En su editorial del mismo día (La crispación genera violencia), el monárquico papel sí apuntaba a Sánchez directamente, aunque, como decimos en Galicia, de aquella manera: "El mayor error de la campaña de Pedro Sánchez fue insultar a Mariano Rajoy durante el debate televisado del lunes, tildándolo de «indecente», un ataque personal que no contribuye precisamente a serenar el ambiente. Sería injusto establecer una relación causa-efecto entre los insultos del secretario general del PSOE y la agresión de la que fue ayer objeto Rajoy. Pero lo que resulta indudable es que la crispación es el caldo de cultivo de la violencia".

En La Razón, Fernado Rayón (El puñetazo) no se cortaba un pelo, pues a la derecha sin complejos se la pintan calva. Cosas de la diosa Ocasión: "Aquella violencia petrina --de Pedro Sánchez, digo--, fue el aperitivo temporal de lo ocurrido ayer en Pontevedra".

Podría añadir que casi todas las portadas enfatizaban el hecho de que el agresor fuera de extrema izquierda y nacionalista, omitiendo hasta el texto interior la circunstancia de que se trata de un desequilibrado mental sometido a tratamiento psiquiátrico desde la infancia. Menudencias. A nadie se le pasó por la cabeza titular: Un joven con problemas mentales agrede a Rajoy en Pontevedra. Los medios sí que están en campaña con lo de la hostia, por mucho que se empeñen en negarlo. Me quedo con la hipocresía de mis filibusteros. Y con la suave dignidad de Rajoy, a quien, ya dije, llevaba 35 años buscándole una alabanza. Vaya hacia usted mi primer y último abrazo, presidente.

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