Sobre el tapete

Cariño, he encogido al PSOE

Se busca culpable. Aparte de Rick Moranis (el actor que encoge a los niños en la película de referencia) y de los jíbaros, ¿hay otra explicación? En lo fundamental, hay dos líneas para descubrir al responsable del Titanic socialista, más inocultable aún después de los resultados electorales del 25-S en Galicia y Euskadi.

 

Primera explicación o el Jarrón Chino lo tiene claro

En la búsqueda del culpable están trabajando activamente los que escarban sólo en las causas inmediatas, espoleados por sus propias conveniencias. El "mayordomo" es Pedro Sánchez. No tiene un gramo de carisma, su sex-appeal es de plástico y se ha encerrado en su "no es no" a Rajoy porque se aferra al cargo y quiere ser presidente a cualquier precio (incluso pactando o aceptando los votos de ciudadanos, podemitas y separatistas en un indecoroso totum revolutum).

No es fácil discernir (o quizá sí) quienes son más crueles con el secretario general Sánchez, Rajoy y su tropa o el Jarrón Chino González con la suya. Argumentan: el PP ganó las elecciones de 2015 y la segunda vuelta de junio de 2016, mientras que el PSOE perdió primero un millón y medio de votos  respecto a las anteriores generales y otros cien mil después al repetir comicios por culpa de Sánchez. De un modo o de otro repiten la misma letanía e incrementan los decibelios justo antes de que voten vascos y gallegos. No hay duda de que hacen todo lo posible para ayudar a su secretario general... Y prefieren no mirar más lejos ni desde más arriba. No les saldrían los números.

 

Segunda explicación o los 40 años de bipartidismo

Aunque bien enmascarado por los intereses creados y pactados en el periodo 1976-1978 (la Transición, dicen), por sus costuras asoman ahora las claves del fulgor y decadencia del socialismo creado por González y Guerra a partir del Congreso de 1974 cuando liquidaron a los socialistas históricos. Su construcción fulgurante empezó con el radicalismo "verbal" (encabezado por Alfonso Guerra) que necesitaban para reducir al Partido Comunista de Carrillo, obligado a la moderación por imperativos geopolíticos (que sí se había batido el cobre contra el franquismo), el reconocimiento en sus documentos del derecho a la autodeterminación de los pueblos de España (octubre de 1974 en Suresnes) y en concreto el de Catalunya (pacto fundacional del PSC, en abril de 1977) con lo que se convertían en los "españoles comprensivos" de la singularidad de Galicia, País Vasco-Navarra y Catalunya; y, al mismo tiempo, no les temblaba el pulso al pactar la Transición con el franquismo reformista en un proceso tutelado extramuros por los Estados Unidos y alimentado por el dinero drenado por los socialdemócratas alemanes.

Podría hablarse de un "populismo socialista" inicial ahora abocado a los caminos decadentes del "ibexsocialismo" (término acuñado con acierto por algún analista cuyo nombre no recuerdo), pasando por aquello que se llamó la beautiful people de los Boyer y Solchaga.

 

Fulgor, la primera etapa (1977-1982)

La historia electoral desde 1977 demuestra que ha habido cuatro etapas bien diferenciadas en el PSOE. En la primera (1977-1982), el PSOE crece, se afianza y alcanza el poder con más de diez millones de votos, el 48% de los sufragios (en 1977 no había llegado al 30%) y una impresionante mayoría absoluta (202 diputados sobre 350). Entremedias renuncia al "marxismo" que figuraba en su Programa y en sus discursos modera su anterior radicalismo (el PCE va camino de ser un convidado de piedra); del derecho a la autodeterminación simplemente se olvida. El suicidio de la UCD (aderezado con el martirio de Suárez y el  golpe del 23-F) se convierte en una causa imprescindible para el vuelco electoral. Es la fase fulgurante. No obstante, tanta mayoría no la utilizaron para hacer algo de lo que sí hicieron en Argentina, Uruguay... por poner algún ejemplo.

 

Segunda etapa electoral, primera decadencia (1986-2000)

En las siguientes elecciones generales (1986) el PSOE bajó al 44% de los votos y ya todo fue cuesta abajo; 40% en 1989 y 39% en 1993. La puntilla llegó en 1996. Aunque el PSOE solo retrocedió algo más de un punto porcentual respecto a los anteriores comicios, el Partido Popular de Aznar ganó por poco, pero lo suficiente. En definitiva, los socialistas habían retrocedido desde 1982 del 48,1% al 37,6%, aunque por razones de tamaño del censo (seis millones más) apenas habían perdido 700.000 electores. La magnitud del declive socialista la demuestra más claramente las cifras del PP de Aznar que superan en más de cuatro millones de votos los logrados por la AP de Fraga Iribarne.

El PSOE de González y Guerra comenzó a naufragar por la coincidencia de varios factores: la corrupción personificada, entre otros casos, por la financiación ilegal del partido (caso Filesa), los episodios de Juan Guerra (hermano del entonces vicepresidente del Gobierno), el caso Roldán (Director General de la Guardia Civil), los fondos reservados (Vera, Corcuera), las acusaciones contra Mariano Rubio (entonces Gobernador del Banco de España), el asunto del terrorismo de Estado (GAL, el ministro del Interior Barrionuevo, el general de la Guardia Civil, Galindo, y varios subordinados más), etcétera.

Esta fase de decadencia no acabó con la derrota de González. En el 2000, bajo el liderazgo de Joaquín Almunia, el PSOE aceleró su descenso al perder nada menos que un millón y medio de electores y un 4% (ya estamos en el 34%, viniendo de un máximo del 48% en 1982).

 

Tercera etapa, espejismo (2004-2008)

Solo una torpeza increíble del Partido Popular hizo posible en las elecciones generales de 2004 la victoria de José Luis  Rodríguez Zapatero (le llamaban Bambi). El PP quiso desviar las potenciales críticas y explotar al máximo una supuesta  autoría etarra del atentado de Atocha (casi 200 muertes), cuando en realidad muchos indicios apuntaban desde las primeras horas al terrorismo islamista de Al Qaeda. Este uso burdo de la información desde el Gobierno, que pretendía sacarse las castañas del fuego y acusar veladamente y de un modo u otro a los socialistas, movilizó tres días después a muchos votantes predispuestos a abstenerse; y el PSOE ganó contra todo pronóstico al sucesor que José María Aznar había nombrado a dedo, Mariano Rajoy.

De golpe, el PSOE había conseguido tres millones de votos más que cuatro años antes y pasaba del 34% al 43%. Incluso podía presumir de haber tenido un millón de votos más que en los primeros comicios que ganó Felipe González (1982); claro que esto tenía truco, porque el censo había crecido desde entonces en ocho millones de electores.

Aquel resultado era engañoso y las siguientes elecciones de 2008 (con una crisis internacional ya iniciada, pero ocultada o no suficientemente valorada) permitieron mantener una lectura equivocada de la situación e ignorar los problemas de fondo. El PSOE se las prometía muy felices porque había conseguido 200.000 votos más que en 2004. Pero la carcoma hacía años que estaba destruyendo al PSOE. El espejismo del  2004-2008 les impidió darse cuenta que se empezaba a cumplir lo de "quien a hierro mata, a hierro muere".

 

Camino del infierno, cuarta etapa (2011-2016)

Que los resultados electorales del periodo anterior no eran más que un paréntesis en la decadencia del PSOE, lo iban a demostrar insistentemente los números a continuación. En 2011, el partido que dirige Alfredo Pérez Rubalcaba pierde más de tres millones de sufragios (se queda en el 29%) en relación a  las anteriores de 2008, lo que está en línea coherente pero descendente (interrumpida por el "espejismo") con los datos del 2000, al obtener "sólo" novecientos mil votos menos que entonces (un 29% frente al 34% anterior). Tras ese batacazo de 2011 viene el de su sustituto Pedro Sánchez en 2015: se queda en cinco millones y medio de votos y el 22% de los votos emitidos, perdiendo un millón y medio de electores. Su peor resultado en porcentaje desde la nueva democracia. Al repetirse las elecciones el 25-J de 2016, aún se les extravían algunos votos más (cien mil), mejoran levemente el porcentaje por causa de las variaciones en la participación electoral, pero ceden cinco diputados (de 90 pasan a 85). Estuvieron muy cerca de sufrir el tan temido sorpasso de Podemos anunciado por casi todas las encuestas pre-electorales.

Y en estas estábamos cuando se celebran elecciones autonómicas en Galicia y Euskadi, con el telón de fondo de la negativa de Pedro Sánchez y su ejecutiva (y muy probablemente compartida también por sus militantes) a permitir la investidura de Rajoy para que gobierne España otros cuatro años. Bastantes barones socialistas y muchos ex-altos mandos máximos del PSOE estuvieron desde el principio en contra. No lo han disimulado. Antes al contrario, han hecho todo lo posible para  que se conociera su postura favorable a entregarle el poder a Rajoy y de este modo  condicionar a Sánchez. Un bipartidismo muy caballeroso el suyo.

Por si sobraban los problemas, en plena campaña de las autonómicas, uno de los barones, que inició años ha su andadura política en el PP, desata la batalla y muestra al mundo que sus jefes le persiguen porque él expresa democráticamente sus ideas y que el secretario general no le habla. Los críticos, encantados. La respuesta con más énfasis a Fernández Vara llegó en la Festa de la Rosa del PSC el 24 de septiembre, cuando su primer secretario exclamó: "¡Pedro, mantente firme! ¡Líbranos de Rajoy y del PP! ¡Líbranos, por Dios, líbranos de ellos!". Diríase que Iceta cree que permitirlo sería la última fase en la "pasokización" del socialismo español.

La última etapa de decadencia del PSOE se explica por las mismas razones que le encumbraron, pero al revés. Los socialistas de 1977 instrumentaron, lo decíamos antes, por una parte, una estrategia de radicalismo verbal (ahora hablaríamos de "populismo de izquierdas") para arruinar al PCE, por otra, una aceptación de las reglas de juego impuestas por los vencedores de la Guerra Civil y además un reconocimiento documentado del derecho a la autodeterminación.

Con el tiempo, colocaron los principios en el baúl de los recuerdos (ya habían logrado la hegemonía electoral de la izquierda), y creyeron amortizado el derecho a la autodeterminación al convertir el PSC (1977) en su filial atrapalotodo (más o menos la mitad eran catalanistas soberanistas, sino más) y al absorber en 1993 a Euskadiko Ezkerra (un partido formado por ex-etarras poli-mili, ex-Movimiento Comunista y ex-Partido Comunista de Euskadi); y también se habían dado cuenta de que las reglas que impusieron los franquistas les garantizaba controlar el negocio electoral del "otro lado" y muchas áreas de poder territorial y funcional.

 

La medicina "Podemos"

La medicina que el PSOE aplicó a sus contrincantes durante los años fundacionales del régimen del 78, ahora se la administra Podemos al PSOE. Han cambiado las tornas por varias razones y con varias fechas fijadas para siempre en el calendario.

8 de abril de 2006. Alfonso Guerra se jacta ante los medios de que se han cepillado el nuevo Estatuto catalán. Esto sucede después de que Zapatero obligara a recortar el texto pactado en Catalunya por todas las fuerzas políticas, el PSC inclusive, y con la sola exclusión del Partido Popular.

12 de mayo de 2010. Cambio de política económica del gobierno Zapatero y comienzan los recortes sociales.

28 de junio de 2010. Sentencia del Tribunal Constitucional contra el nuevo Estatut catalán.

10 de julio de 2010. Empieza la rebelión catalana con una manifestación masiva contra la sentencia del Tribunal Constitucional. "Som una Nació".

15 de mayo de 2011. Inicio del Movimiento 15-M en la Puerta del Sol de Madrid. "No nos representan". Quiebra generacional. La nueva juventud (nacida con la democracia y muy damnificada por la crisis) rompe con el bipartidismo del 78.

23 de agosto de 2011. A propuesta del PSOE se reforma el artículo 135 de la Constitución con el soporte del PP (maravillados por tamaña iniciativa), que antepone el pago de la deuda pública a cualquier otro gasto del Estado

25 de mayo de 2014. Podemos se presenta en sociedad obteniendo cinco diputados en las elecciones europeas. Guiñando los dos ojos al 15-M, denuncian la casta de los políticos profesionales y sus prácticas. Entre ellos e Izquierda Unida sacan el 18% de los votos; en 2009 Izquierda Unida había alcanzado el 4%. El voto de protesta, el "nuevo" y el "viejo", había más que cuadriplicado su peso electoral en Europa. El PSOE se hundía pasando del 39% al 23%, perdiendo casi la mitad de sus votantes.

El último gobierno de Rodríguez Zapatero (2008-2011) demostró las limitaciones de su proyecto en dos ámbitos muy sensibles. El territorial fue, cronológicamente, el primero en empezar a explotarle en las manos. Y su cambio de política económica casi coincide con la sentencia del Tribunal Constitucional contra el nuevo Estatut. Sus consecuencias fueron la rebelión catalana y Podemos.

Sus promesas respecto al nuevo Estatuto catalán se quebraron en tres momentos. Los dos primeros cuando el PSOE en las Cortes Españolas se lo "cepilló" como señaló Alfonso Guerra, entonces presidente de la comisión parlamentaria encargada de su trámite, después de que Zapatero Y Mas ya pactaran un recorte previo. El tercero cuando el PSOE no pudo, no supo o no quiso impedir la sentencia de 2010 del Tribunal Constitucional contra el nuevo Estatut  auspiciada por el Partido Popular. Ahí se inició la rebelión catalana. Con graves consecuencias para los socialistas. La filial catalana, el PSC, no pudo mantener por más tiempo la ficción y ambigüedad sobre las que se había fundado. Nacido el PSC con un acuerdo de 1977 (documentalmente accesible a cualquiera que lo busque en Internet) que garantizaba el reconocimiento del derecho a la autodeterminación por parte del PSOE, al sobrevenir la crisis de 2010 intenta nadar entre dos aguas. Primero con un  posicionamiento limitado a favor del referéndum no vinculante pactado con el Estado. Después, las reprimendas hicieron que el PSC reaccionase desmarcándose de todo su pasado, mientras el PSOE se veía obligado a abrazar la causa federal sin haber explicado nunca en qué consiste concretamente. En Cataluña,  su hundimiento en las elecciones generales de 2011 fue estrepitoso. Y aún no ha parado. De los más de 1.600.000 votos de 2008, les quedó 920.000; una debacle de tres cuartos de millón de electores. Y en 2016 nuevo revolcón: menos de 560.000 votantes. En total más de un millón de votantes han huido a otras latitudes electorales; lo que representa dos de cada tres. ¿Dónde han ido? Es fácil. Primero se les fue el "alma" catalanista (y con ella muchos dirigentes).

Después la irrupción de Podemos ha acabado por arrebatarles sus votantes menos conservadores, más jóvenes y más respetuosos con el derecho a decidir y la España plurinacional. Sus consecuencias han superado el ámbito catalán y ha afectado a otros territorios  que comparten, en un grado u otro, el problema identitario: Euskadi, Navarra y Galicia.

La aritmética electoral del 25-S sumando Euskadi y Galicia supone un retroceso socialista total de 130.000 votos; han perdido uno de cada cuatro votos de los que tuvieron en las autonómicas anteriores; y un porcentaje muy parecido al 21% retrocedido en las generales de 2015 en relación al 2011. Dicho de otro modo, los socialistas han perdido votos en estas autonómicas siguiendo el rumbo ya marcado en las generales. El electorado más joven de estos territorios no se siente representado por el bipartidismo del 78 y además encuentra en el discurso de Podemos una respuesta suficiente a la cuestión territorial (el "derecho a decidir"). En definitiva, el sorpasso se ha confirmado también en Euskadi y Galicia, tras las autonómicas-plebiscitarias de Catalunya del año pasado.

Podemos ha sabido poner al día la medicina socialista de 1977. Podemos reivindica la España Plurinacional y el derecho a decidir (sin dejar de decir que no quieren que se vayan); el PSOE les ha dejado este argumento.

Podemos propone una política económica y social a favor de los de abajo y contra los de arriba (por esto les llaman "populistas"); Alfonso Guerra prometía el 28 de octubre: "Vamos a poner a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió", pero después ha pasado lo que ha pasado. Este argumento también se lo han cedido a Podemos, sobre todo después de los recortes iniciados en 2010.

Al principio Podemos prometía acabar con el régimen del 78, y ahora acepta la reforma del sistema. No es fácil anticipar si va a repetir lo que hizo el PSOE, prometer con una mano la Ruptura Democrática y con la otra reunirse con los Servicios de Información que habían dependido de Carrero Blanco para tranquilizarlos. Quizá no.

También en el resto del Estado, Podemos ha logrado, en lo fundamental a costa del PSOE, una base electoral sólida que ha aceptado el mensaje de renovación política, social y económica que predica Podemos. Son jóvenes, urbanos, con estudios medios hacia arriba, críticos con los profesionales de la política y que aceptan de buen grado el discurso de la España plurinacional o que no les quita el sueño que se vote en Cataluña si se quieren ir o no. Son las claves de su éxito. La medicina Podemos.

 

El Jarrón Chino y el acuerdo entre padres e hijos

Consecuentemente, el PSOE traga su propia medicina mientras se pregunta si son galgos o podencos. El Jarrón Chino González no se pregunta esto, porque ya sabe mucho. Sabe tanto que cuando ganó el Brexit criticó que con sus votos los viejos (que ya no tienen futuro) impidieran que los jóvenes pidieran seguir disfrutando de un futuro europeo. Si Felipe González se aplicara el razonamiento a sí mismo tal vez  pasarían tres cosas. Primero, no hablaría en voz alta con la intención de condicionar a los jóvenes dirigentes del actual PSOE. Segundo, diría bien claro que la hegemonía futura de la izquierda pasa por Podemos, porque los jóvenes les votan, mientras a su PSOE solo lo votan los viejos más conservadores; consecuentemente, defendería un gran acuerdo entre "padres" e "hijos" para enviar a Rajoy y al PP al paro y no tener que soportarlos otros cuatro años. Tercero, en Cataluña, teniendo en cuenta que los menores de 65 años son muy ampliamente favorables a la independencia y que son los mayores los que se oponen más, el Jarrón Chino debería reclamar una referéndum ya mismo. Y todo esto para evitar seguir encogiendo al PSOE. Pero para esto además hace falta valor...

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