Rosas y espinas

El fin de la coca-cola

 

El fin de la coca-colaEl próximo 21 de diciembre, fecha fin del calendario maya, la coca-cola dejará de existir en Bolivia. No se consumirá más. Es una trascendente decisión política del gobierno de Evo Morales que le hace a uno reconciliarse con la izquierda humana, ese pleonasmo lírico. El ministro de Exteriores cocalero, David Choquehuanca, ha querido vincular así el fin del calendario maya con la extinción "del capitalismo y el principio de la cultura de la vida". O sea, el fin de la coca-cola.

Así que los catastrofistas tenían algo de razón. Aunque el fin del mundo no vaya a sobrevenir con el agotamiento del calendario maya el 21 de diciembre, como Iker Jiménez había vaticinado, la calenda aymara nos traerá el principio del fin de la coca-cola, que es un Armagedón aun de mayores proporciones.

El fin de la coca-colaY no estoy frivolizando, mal que me pese. El mundo siempre se ha movido más por símbolos, por iconos y por eslóganes que por ideas, propuestas o reflexiones. Siempre ha podido más un póster del Che que todos los escritos y discursos del Che. De hecho, aun sigue siendo habitual encontrar posters del Che sobre los cabeceros de las camas de las niñas pijas, tan hermosamente oligarcas, porque es muy mono, muy in y muy guay, o sea, ¿sabes?

El fin de la coca-colaEn resumen, que con esta decisión, el gobierno de Evo Morales aspira a iniciar un cambio de sentido en la rotación ideológica del planeta, y si las niñas pijas sueñan bajo la muy mona boina del Che, es lógico que la revolución quiera desterrar de los sueños de los hambrientos niños cocaleros bolivianos el ansia de beber la chispa de la vida. La paradoja es una sonrisa cargada de futuro.

Los periódicos de la DEA se han tomado a chacota esta propuesta de Evo Morales. Y se equivocan. La derogación de la coca-cola es una decisión política mucho más trascendente que la nacionalización del hidrocarburo, contra la que tanto tronaron, o que la escolarización universal que impulsó Evo, contra la que solo se atrevieron a tronar por lo bajito.

El fin de la coca-colaEl fin de la coca-cola en Bolivia es el big-bang ideológico del siglo XXI. La implosión definitiva del capitalismo. El acabose del Fondo Monetario Internacional. Han pasado 125 años desde la invención de la coca-cola en la farmacia Jacobs de Atlanta. Y, desde entonces, todo ha sido beber y beber coca-cola y dejarnos invadir y bombardear y poner bases de misiles en Rota. Hasta este 21 de diciembre. Día en que un pequeño lugar en el mundo dejará de beber más coca-cola.

Los pequeños lugares en el mundo, como Bolivia, antes de ser fumigados, masacrados o invadidos, suelen tener cierta importancia para poetas y banqueros. Los poetas los utilizan para tejer cantos por la vida. Y los banqueros los suelen poner de excusa para asesinar a los poetas y enterrarlos como daños colaterales, que es lo peor que se le puede llamar a un poeta en su entierro. Colaterales apenas rima con males, con reales, con tales o con cuales. Endecasílabamente imperdonable. O sea.

El fin de la coca-colaPero, hasta ahora, nunca un pequeño lugar en el mundo se había enfrentado pacíficamente contra algo tan inmenso como una coca-cola, y eso nos deja descolocados tanto a los poetas como a nuestros frecuentes asesinos.

La coca-cola, hasta la fecha, era la chispa de la vida de una chica rubia en la puesta de sol bebiendo a gañote de la botella, mientras el chico rubio, princentoniano y atlético, se abalanza sobre ella corriendo a contraluz.

El fin de la coca-colaPero la coca-cola es otra cosa. Son niños de seis años recogiendo hoja al amanecer. Gente hambrienta. Filete de llama. Porque la coca-cola americana se hace con coca boliviana. Colombiana. Venezolana... Con la hoja. Y cuando Estados Unidos se encaprichó con exterminar los cultivos de coca en Colombia o Bolivia, Evo Morales envió a los yanquis un mensaje muy cierto: "Coca sí, cocaína no". El primer consumidor y traficante de cocaína del mundo, es decir, Estados Unidos, no entendió muy bien este recado.

Y los yanquis, como que se han indispuesto.

Quién salvará a este chiquillo / más humillado que bello.

El fin de la coca-colaCuatro de los seis hermanos de Evo Morales se murieron de miseria antes de cumplir los dos años. Eran porcentajes de muerte habituales en aquellas latitudes donde se recogía la coca de la coca-cola yanqui. Tal vez, por eso, los bolivianos ya no se la quieren beber. La coca-cola.

Yo no tomo partido en los problemas de este mundo, no vaya a ser que solucione la injusticia universal y malogre mi fama de diletante. Pero, de momento, me estoy bebiendo este whisky con agua. Sin coca-cola. A ver si me dejan un sitio, pequeño, en la revolución.

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