Rosas y espinas

Corbatas sindicales

 

Corbatas sindicalesA nuestro rey le han entrado las premuras y ha mandado llamar a Cándido Méndez y a Fernández Toxo para enterarse de qué es esto de la crisis desde el punto de vista del trabajador. Hasta aquí, todo correcto. Está bien que nuestro rey busque otras visiones de la crisis al margen de las que, cotidianamente, le ofrecen empresarios con colmillos o políticos a los que les han cosido la boca con horquillas de la Merkel. No se pasa igual de bien en Marivent si no te enteras de lo mal que lo están pasando otros.

Así que el rey cumplió con su deber y punto. El problema han sido Cándido y Toxo, que no han estado a la altura. A mí, personalmente, me han disgustado sus corbatas. Azules, para más inri. Ese colorcito guerracivilero, o de ciertas bancadas del congreso, o de algunos fondos mitineros de atrezzo partidista.

Corbatas sindicalesNo es justo que nuestros sindicales acudan siempre a arengar a su pueblo medio descamisados, y que después se disfracen de magnates de medio pelo para visitar a un vulgar monarca. Dice muy poco de su sentido de la jerarquía y de sus formas y maneras revolucionarias. Y de su fondo de armario.

La corbata es el símbolo sastre de la opresión. Y no porque la suelan vestir los opresores, sino porque nos la obligan a poner a los oprimidos en nuestra oficina mileurista, por ejemplo. Que Cándido y Toxo hayan ido a ver al rey de corbata es un símbolo de humillante vasallaje, que mi querido Toxo remachó al decirle al monarca: "Cuánto honor". Toxo y Cándido fueron vestidos como dios manda a la oficina, en este caso la Zarzuela, y eso pone muy en entredicho su capacidad de rebeldía. Y los trabajadores, lo que realmente necesitamos hoy de nuestros sindicatos, es rebeldía.

Un sindical tiene la obligación de visitar al rey con la camisa arremangada, la barba de dos días y los ojos fatídicos, que es como se le han quedado al pueblo de tanto espejo roto de miseria. Lo demás es porquería y respeto institucional.

Las instituciones llevan años sin mostrar el mínimo respeto al pueblo, al trabajador, al pensionista, a la mujer y al parado, así que no sé por qué mis representantes sindicales se tienen que vestir de traje y corbata por respeto a quien no les respeta a ellos.

Corbatas sindicalesYa hace años que Noam Chomsky nos advirtió de que la lucha de clases moderna se había convertido en una guerra unidireccional, del opresor contra el oprimido, del rico contra el pobre, del militar contra el poeta. Una guerra sin contraataque es un exterminio. Y Cándido y Toxo nos demostraron ayer, en Zarzuela, una vez más, que la clase trabajadora se conduce obediente y ella sola hacia el exterminio. La única razón que puede justificar que dos líderes sindicales visiten de corbata a un rey, es que vayan a atar al rey de pies y manos con dichas corbatas, y a secuestrarlo para canjearlo por la dignidad obrera.

Corbatas sindicalesCon esos trajes que llevaban, que parecían los padrinos de una boda de pueblo, nuestros sindicalistas han traicionado un poco a la grey trabajadora, a los ejércitos de miserables que habitan nuestra ruina, y a la historia de CCOO y de UGT.

En lo demás, en lo del referéndum y todas las otras chorradas, estoy de acuerdo plenamente con lo que le plantearon al rey mis admirados líderes sindicales. Pero lo de las corbatas azules me va a resultar muy difícil de olvidar.

Más Noticias