Rosas y espinas

Debate sobre el estado de la peineta

columnaMariano Rajoy se enfrenta a su primer debate sobre el estado de la nación, en plan presunto presidente, tal y como aparece en la imagen de la derecha. Empalado en ese dedo de Luis Bárcenas que el corrupto nos ofreció a todos los españoles. Incluido él. Los debates sobre el estado de la nación es lo que tienen. Que nunca son sobre la nación. Son debates sobre aquellos que van destruyendo la nación. Hemos tenido debates sobre el estado de Luis Roldán, debates sobre el estado de Antonio Camacho y Pilar Giménez-Reyna (Gescartera) y debates sobre el estado de aquel jardinerillo abrileño que auguraba brotes verdes. Ahora nos disponemos a celebrar un debate sobre el estado de la peineta. Qué triste. En los debates sobre el estado de la nación nunca se habla de la nación, y menos de su estado.

harpoQue debatan sobre el estado de la nación los que han dejado la nación en este estado es un despropósito. Los dos grandes partidos que nos han gobernado durante los últimos 30 años deberían tener la honradez de compartir a Harpo Marx como portavoz en el Congreso. Y disculpad, ensangrentados lectores, el adjetivo grandes asociado al escasamente sustantivo partidos. Harpo, con su bocina y su expresión psicopática, me transmite más mensaje que las absurdeces tópicas y reiterativas que no estoy dispuesto a escuchar ni hoy ni mañana en el presunto debate sobre el estado de la nación. Me encantaría ver a Harpo, hoy, acusándose desde la bancada roja y defendiéndose al rato desde la bancada azul. Hamletianamente hablando, todo lo demás que pueda ocurrir entre hoy y mañana en el Congreso va a ser silencio. Todo menos Harpo.

barcenasDesde hace años, nuestra clase política no es clase, porque clase no tiene, y no es política, ya que ignora a la polis, a la ciudad, a la gente, a la calle, a los bonzos que se inmolan en los cajeros, que somos todos. A quien le importe un carajo lo que se va a decir desde hoy en el congreso de los diputados, que levante el dedo (Bárcenas abstenerse). El que sostenga la más mínima esperanza de que estas palabras, que ni siquiera se llevará el viento porque el viento es muy sabio, van a modificar algo, nos van a devolver el puesto de trabajo, nos van a reabrir las puertas de nuestra casa desahuciada, que levante el dedo de Bárcenas. Bárcenas ya ha votado, dedo en alto, a favor de las políticas de este gobierno. Y del anterior. Y no hay debate sobre el estado de la nación que se enfrente a ese voto, Mariano. Tú ganas.

Cuando uno escribe estas cosas tan feas como la de hoy, siente cierta pesadumbre, porque descalificar a la clase política es descalificar a la democracia. Pero coño. Es que los que me hablan constantemente de la regeneración de la clase política son precisamente aquellos a los que hay que regenerar, destituir, apartar y meter en el cajón insigne de la Historia. En política sí vale matar al mensajero. Porque el político es el mensajero. ¿De quién? Depende de su elección. Debería ser el mensajero del pueblo, y entonces lo matarían los bancos. Como es el mensajero de los bancos, lo queremos matar el pueblo. Para empezar otra vez. De cero. Porque en este momento estamos en menos que cero. En less than zero, que dirían en Serrano tras venderte un abriguito de visón. Hasta los directores de mis periódicos me afean el pesimismo.

--Coño, Malvar. Que es que desmoralizas a la gente.

--¿A quién desmoralizo? ¿A la señora que se quemó el otro día en un cajero?

--No, a esa no.

--Pues a eso vamos.

Si cambiara de discurso y escribiera que a partir de hoy, en cuanto empiece el debate sobre el estado de la nación, comienza a renacer España, los barcenillas se van a tragar su propia mierda, el rey va a dejar de tener amigas personales y lo vamos a convertir en un jubilado normal, los bancos nos van a devolver lo que nos deben y mis novias me dejan de preguntar adónde no podremos irnos este año de vacaciones, si escribiera eso, entonces, mis millones de gruppies me tomarían por tonto, vendido y alelado, Rajoy me permitiría preguntar en sus ruedas de prensa de plasma y Eufemiano Fuentes me retiraría el tratamiento.

No. No voy a escuchar el debate sobre el estado de la nación. Voy a estar todo el día en la calle. Viendo que hace frío y llueve. Que una mujer muy mayor rebusca en la basura y le asoma una sonrisa cuando se encuentra un paraguas azul en el sucio contenedor. Lo abre con esplendores de niña de cumpleaños pero le sigue lloviendo. Los paraguas viejos, las palabras viejas, no sirven de nada cuando llueve y llueve. Ese es mi debate sobre el estado de la nación.

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