Rosas y espinas

Votar al 15-M

pabloParece que del 15-M va a salir un partido político que medirá fuerzas con el corrupto bloque popular/socialista en las elecciones europeas de mayo. Observaré el proceso con esperanzado escepticismo, que diría un pedante. La esperanza fue lo último que se perdió y el escepticismo es demasiado perezoso como para cambiar el mundo. Pero a ver si hay suerte y pasa algo, o sea. Que a mí, como ciudadano gallego, español, ilegal, europeo o apátrida, ya se me está poniendo cara de daguerrotipo con tanta quietud.

El 15-M --que no es otra cosa que la gente de la calle-- llegaría a estas elecciones europeas como a un partido de fútbol con árbitros sobornados: es muy difícil ganar, pero también es imposible. En la injusticia del duelo, quizá, radique su mayor fuerza. Yo creo que hay bastantes españoles soñando darle su voto a un tío que no pide votos. Que pide otra cosa.

15El primer error que cometemos los ciudadanos europeos del sur es no creer en Europa, cuando es Europa la que nos está ahorcando. Creemos solo en la soga, y nos parece inevitable. Nos sucede a los griegos, portugueses, italianos y españoles, los cuatro grandes pagadores de la crisis, que, como no estudiamos nunca juntos, nos seguimos creyendo que somos los culpables de este sindiós financiero. Que inteligencia es inversamente proporcional a sur. Que fuerza es inversamente proporcional a sur. Que constancia es inversamente proporcional a sur. Que trabajo es inversamente proporcional a sur. Que derechos es inversamente proporcional a sur. No nos quejemos: los griegos, portugueses, italianos y españoles pensamos lo mismo de los africanos.

Cuando era joven, fingía escepticismo para parecer un hombre sabio. Ahora finjo que no soy escéptico para no parecer viejo. Y yo creo que al sur de Europa le pasa lo mismo que a mí. Finge una revolución pequeñita para demostrar que no está vencido: paraliza un par de leyes en Portugal, rodea el Congreso en Madrid, monta un pifostio en Italia y quema un contenedor en Grecia. Suma de pequeñas nadas.

El salto político del 15-M a las europeas también se está fabricando con la suma de pequeñas nadas. Muchos proyectos, el mismo programa. Muchos movimientos, la misma quietud. Y estamos a cuatro meses de las elecciones, tíos.

Ayer daba el profesor Pablo Iglesias un paso adelante ofreciéndose candidato, y se difundía un decálogo que es casi un programa electoral de partido, con el solo defecto de que no existe partido. Por lo demás, es un compendio de lo que viene diciendo el 15-M desde que se quedó a dormir la primera noche en la Puerta del Sol: regreso de los valores republicanos, derogación del artículo 135 de la Constitución, auditoría ciudadana de la deuda que determine qué partes no son legítimas, salida de la OTAN, quema de la ley de extranjería, nacionalización energética... Todo eso que el amigo de Pablo Iglesias, el doctor Paco Maruhenda, definiría como antisistema. No sé a quién le leí hace poco esta frase: lo que hoy es antisistema, mañana se considerará solo sentido común. Discúlpeme el plagiado. Pero yo no sé si los europeos estamos preparados para abolir a machete nuestra propia esclavitud. Para ser realmente antisistema con un voto. De nuevo, el escepticismo.

Yo creo que la única baza para el 15-M sería la presentación de una sigla común de España, Grecia, Italia y Portugal, porque es día de cantar La Internacional se sea o no comunista. Somos parias de la tierra, somos famélica legión. Si uno es comunista, pues vale. Si el otro es neoliberal, pues también. No se trata de unir naciones. Se trata de unir a una sola clase social en toda Europa: el burgués-proletariado.

La crisis ha convertido tan tenue la línea que separaba los intereses de burgueses y proletarios, que ya no tiene sentido que no actuemos como una sola clase político/social. A mí la crisis me está pareciendo cojonuda, porque nos ha demostrado que la lucha de clases se ciñe hoy día a maniqueísmos muy sencillos de entender: los impunes contra los demás. Ese es el partido. Juguemos. Pero ya, que solo quedan cuatro meses para hacer el calentamiento en banda, coño.

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