Rosas y espinas

Pedazo de hijo de la gran puta: etimología

A mí es que no me se pasa, señorito. No me se pasa que mi agüelo esté muerto en una cuneta desde 1936. No me se pasa que a la mi madre la raparan el pelo en el 41. No me se pasa. No me se pasa que mi hermano, el profesor, se cayera por una ventana de la comisaría en 1973. Y no me se pasa ahora, señorito Jorge, no me se pasa, ver al señorito diciendo que no m´han matao a esos negros, que no los han matao vosotros, con lo limpios que usteis son, pero es que yo l´he visto como los mataban, señorito, que usté es crestiano como yo, y ahora el señorito Jorge anda deciendo en la televisión que lo hacieron todo bien, pero no lo hacieron, señorito Jorge, porque los negros s´han ahogao en Ceutas, señorito Jorge, y a lo mejor el negro no es crestiano, señorito, pero limpia la casa como otro cualquiera, señorito, y a un negro, aunque sea un animal, hay que tratarlo como a un animal, señorito, como usté trata a su perro o a su gato, y a usté yo hoy lo colgaba de un árbole y lo dejaba afogar como al señorito de la milana bonita, señorito Jorge, aunque desculpando.

La expresión pedazo de hijo de la gran puta siempre me ha fascinado sintácticamente, aunque jamás me atrevería a aplicársela a nadie, salvo en casos de muchísima confianza. En esta columna dedicada al análisis filológico de las expresiones del pueblo llano, he de señalar que nuestro equipo de investigación no ha conseguido recabar la opinión de 15 expertos muertos de las aguas de Ceuta, que se han negado a dar su opinión sobre la conveniencia, o no, de aplicar el sintagma "pedazo de hijo de la gran puta" al objeto de nuestro estudio.

Como el doctorando sabrá, la expresión "pedazo de hijo de la gran puta" no debe de ser utilizada con ligereza, pues puede ser causa de enfado, o incluso de demanda judicial, por parte del receptor de tal encomio. Cosas ambas, dos, muy incómodas e incomprensibles para el emisor de tal sentencia.

Pero, según la Poética de Aristóteles (interpretada sesgadamente), o la Summa Theologiae encargada por Raimundo de Peñafort a Tomás de Aquino en 1259 (también interpretada sesgadamente), se le puede aplicar el calificativo de pedazo de hijo de la gran puta a:

a.) Un sarraceno que te está cortando la cabeza.

b.) Una esposa que ha conseguido desprenderse del cinturón de castidad.

c.) Un ministro que ordena disparar contra perros o gatos que, contra la marea, intentan acercarse por mar a nado hacia la playa.

Distintas corrientes teosóficas, como la liderada por el semiótico británico sir John Alistair McCumberbatch O´Connely III, han intentado adunar al apartado c.) a otras especies animales, e incluir, entre las especies a las que no se debe disparar desde la orilla, a tortugas, delfines, ballenas y, en excepcionales ocasiones, a los moros y a los negros. La discusión está todavía latente en los claustros de Oxford y de Cambridge, entre regata y regata.

Desde mi modesto punto de vista, queridos colegas doctores, propondría mantener en cuarentena la expresión "pedazo de hijo de la gran puta" como de muy difícil aplicación, y, por lo tanto, hibernarla en docta paralís durante dos, tres, cuatro, cinco o seis siglos más. Como poco. No vaya a ser que nos precipitemos.

Mientras discutimos, y en tanto enterramos con albricias quince cadáveres que nos ha traído el generoso mar, me encantaría relajar esta docta disquisición teosófica regalándoos un divertido vídeo sobre cómo gobernarnos en lo íntimo para alcanzar, sin esfuerzo, el reino de los cielos. El vídeo es gentileza de nuestro muy ilustrísimo Jorge Fernández Díaz, adalid del Opus Dei y fabuloso ministro de Interior. Que nunca la turbidez del conocimiento os empañe la claridad de la fe, queridos hermanos. Podéis ir en paz. Podéis ir en paz hasta el fondo del océano con vuestra pelota de goma en la boca y vuestro asqueroso cadáver. Y amén. Que os vayáis, coño. Que podéis ir en paz.

http://tu.tv/videos/interior-reconoce-uso-de-material-antidi

 

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