Rosas y espinas

La extraña pureza de tu desnudo

barcenasCon esta desesperanza que nos está entrando a los pobres, produce al menos cierto alivio que los que nos roban sean gente tan elegante. No voy a decir que los garbosos Luis Bárcenas y Francisco Camps sean unos chorizos, pero en su forma de vestir emulan a los Soprano, a los Corleone o así. Y lo digo en positivo. En un país de ladrones nadie ha de parecerlo. Si yo viviera en un país corrupto, lo menos que exigiría a los atracadores políticos sería que me butronearan bien vestidos, con empaque, planchadora y peinados de peluquería. Un país como el nuestro debe vender en el extranjero unos hijos de puta muy bien parecidos. Y en España esta premisa la cumplimos con creces. Qué bien visten los atracadores de nuestra patria. Qué camisas ceñidas, qué corte de chaquetas, qué corbatas de daliniana fantasía, qué ricitos a la rendez-vous.

El rollito este que se lleva ahora de investigar chorradas y corruptelas nos está jodiendo el estilismo nacional. Ahora un juez ha ordenado a uno de nuestros menos conocidos gurtelianos arrojar los trajes que le regaló Don Vito Correa en un contenedor de ropa para pobres. Yo creo que no es buena decisión. La marca España se puede ver gravemente dañada si nuestros mangantes se dejan ver en los telediarios internacionales, del juzgado a la cárcel y de la cárcel al juzgado, ataviados como pordioseros. Arrojar los trajes de la Gürtel a un contenedor de basuras para pobres es peor que no robarle un caramelo a un niño.

No se deben de perder las formas. A la mayor parte de los desahuciados españoles le ha dolido menos abandonar casi voluntariamente su casa que oír a Emilio Botín farfullando inglés en un vídeo promocional con una corbata encarnada. Uno empieza perpetrando un asesinato y acaba, si se abandona, perdiendo los modales en la mesa, dijo el inglés. Que obliguen a nuestros corruptos a arrojar sus trajes en un contenedor para pobres es vestir al hambre de ganas de comer, desnudar a una virgen para taparle las vergüenzas a Príapo, quitarle las herraduras al potro para colocarle a la valquiria cuatro diademas falsas.

Uno se siente orgulloso de ser español por Del Bosque, por Colate y por lo bien arreglados que entraron o entrarán en la cárcel Jaume Matas, Miguel Blesa, Rodrigo RatoLuis Bárcenas, Iñaki Urdangarín, Francisco Correa o El Bigotes. En otros países, los delincuentes ingresan en prisión como de cualquier manera, poniendo en peligro la dignidad nacional, las inversiones extranjeras y el Ibex 35. En España no. En España los delincuentes comparecen ante el juez muy monos y suizos.

Nuestros jueces han de darse cuenta, cuanto antes, de que la elegancia es un eximente. Sea quien sea el que te pague los trajes. Los trajes de Armani no fueron diseñados para acabar en un contenedor, eso lo sabemos todos los sintecho inelegantes. Lo que está sucediendo en España no es lucha contra la corrupción, sino una batalla asquerosamente proletaria contra los que visten bien. Qué asco de país.

Un país que le arrebata su elegancia a los delincuentes deja de estar de moda. Y eso, en Europa, suele ser imperdonable. Los delincuentes europeos han de ir muy bien vestidos, y en eso se basa la Unión. Porque la Unión Europea nunca ha sido otra cosa que un desfile de delincuentes muy bien vestidos, por mucho que Merkel se enfunde esas fundas horteramente rosadas. Van los trajes de la Gurtel a un contenedor de basuras, y de la Gurtel ninguno va a la cárcel ni a un contenedor de mierda. Y me refiero a Mariano Rajoy, aunque lo diga de soslayo, no me vayan a encausar por mal vestido. Seamos pacientes. Hoy me gobiernan sus trajes. Pero juro que mañana, por mucho que tenga que morir, dulce amor, gobernará la extraña pureza de tu desnudo. No más trajes.

 

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