Rosas y espinas

Soraya en Corleone

sorayaLa habilidad de Soraya Sáenz de Santamaría para intentar aparentar que es posible gozar de un gobierno de manzanas buenas sacadas del cesto podrido del PP es encomiable. Soraya se hace casi diariamente un selfie con la Ética y nos lo cuelga en twitter. Ella sale monísima, pero la Ética no. La Ética no es fotogénica, se conoce. Luego da una rueda de prensa engrandeciendo ojos y boca como un gremlin anonadado, afligido y furioso: "¡Oh, Rick! Esto es intolerable. ¡He descubierto que en el PP se juega!". Y, cuando dice esto, consigue hacer olvidar a sus admiradores que ella es la jefa de los espías españoles, la responsable máxima del Centro Nacional de Inteligencia, la que cotidianamente es informada de Todo por el general José Sanz Roldán.

sorayaTodos los españoles, menos quizá Mariano Rajoy, sabemos que Soraya es la presidenta del gobierno. Desde el minuto uno de la legislatura. Ella sabe decirlo sin decirlo, sin que ni los suyos puedan reprocharle el evidente golpe de Estado tácito, bajofaldero, con el que mantiene cautivo a Rajoy en una oscura y húmeda mazmorra forrada de páginas del Marca. Pero Soraya es también una carcelera muy cariñosa, y consigue que al cautivo no le incomode el cautiverio. ¿Otro purito, jefe?

Soraya en CorleoneAhora sus enemigos intentan tenderle una celada proponiéndola como candidata a la alcaldía de Madrid. La halagan los felones susurrando a flor de sus aleonados rizos: "Eres la única que podría ganar". Pero ella es de los pocos miembros del Gobierno que tal vez haya leído a Shakespeare, y escucha estos arrullos envenenados más al estilo Ricardo III (en guapo) que à la manière de Othelo. Y se buscará las vueltas para ser la candidata a la Presidencia en las próximas generales. Al tiempo.

Soraya en CorleoneHasta Pedro J. Ramírez la acusa de urdidora de su destitución como director de El Mundo, lo que en lugar de mancillarla la exalta: Soraya tiene que ser muy lista para haberse cargado al aguerrido y fulgurante Pedro J. Más lista, incluso, que Pedro J. Es una propaganda fabulosa a los ojos de un militante del PP.

Incluso el hecho de estar casada por lo civil la hace más atractiva. El propio militante del PP está un poco harto del excesivo papel de la Iglesia en las decisiones del gobierno. Se demostró cuando, hace nada, la voz callejera del PP derribó a gritos el proyecto de ley del aborto medieval de Gallardón con el ministro dentro. Las encuestas del CIS nos dicen que el militante del PP está descontento con el gobierno de meapilas de Rajoy. Entre tanta sotana ministerial, entre tanto paraguas negro, Soraya es un golpe colorista de modernidad. Y ella lo sabe y lo explota muy bien.

También los empresarios la quieren. La vice no le hace ascos a las prebendas que el capital le ofrenda. No se hace la estrecha con las sinecuras salvo cuando está en campaña. Meses antes de la victoria del PP de Rajoy, los gurús del Ibex se habían peleado por fichar al marido de Soraya, José Iván Rosa Vallejo. Pero siempre se topaban con una negativa. Otra cosa fue cuando Soraya llegó al gobierno. Inmediatamente, Iván Rosa ascendió a la asesoría jurídica internacional de Telefónica a ganarse una pasta. El currículum de este discreto padre y marido es notable, y la incorrupta Soraya ya no puso pegas a que su santo esposo cruzara con naturalidad la puerta giratoria que conecta las alfombras rojas del poder político con las del financiero.

Aquesta Soraya es la que hoy dice sentirse como una virginal Eva náufraga arrojada por las olas hacia las costas de Sicilia. Ella nunca imaginó que en esa soleada localidad de Corleone llamada PP hubiera mafia, a pesar de que lleva 14 de sus 43 años trabajando a la derecha de Rajoy. Insinúa Pedro J. que Soraya negoció el silencio de Bárcenas a cambio de algún que otro beneficio penitenciario. A la mañaña siguiente de la visita del emisario de Soraya a la cárcel de Soto del Real, quizá Bárcenas despertó con el tacto de un líquido viscoso en la sábana. Al levantarla, descubrió aterrado la cabeza de la avecilla que le cantaba al albor. "Matósela un ballestero", le han confirmado fuentes del CNI tras afamada investigación. Soraya tenía la coarta perfecta. En el momento del crimen, se estaba haciendo un selfie con la Incorruptibilidad.

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