Rosas y espinas

Mariano, el mejor candidato

rajoyMariano Rajoy, abusando de su inteligencia y de la nuestra, dijo ayer una frase rumorosa e verdescente. Una frase que resume todo su pasado, todo su presente y todo nuestro futuro: "No encuentro otro candidato mejor que yo". Yo ya estaba maliciando que a Mariano Rajoy no se le ocurren frases, y mira por dónde ha dicho la mejor de su carrera ante un corrillo de periodistas en la copa de navidad de Moncloa, a la que no fui invitado: hubiera ido por la copa, pero ya todos ustedes saben que el servicio en Moncloa anda fatal.

Nadie le puede negar a Mariano que haya sido siempre el mejor candidato. El suprademócrata y ultrautonomista Manuel Fraga --que en paz nos deje descansar-- intentó en su década auparlo a presidente de la Xunta de Galicia, pero Mariano Rajoy nunca dio aprendido gallego y se frustró tan brillante futuro (para Mariano, no para Galicia).

FRAGADespués, aun como ministro de ingentes y muy variadas tareas (Administraciones Públicas, Cultura, Educación, Interior, Presidencia), Rajoy nunca pasó de ser un candidato con cartera: jamás legisló nada relevante. Si hasta Wert y Soria tienen un par de leyes que llevan su nombre. Mariano no. Salvo que se pueda bautizar como "ley de los hilillos de plastilina" la que disculpa vertidos ineptos de petróleo sobre las estrellas de mar.

En año de infausta memoria, había un señor con bigote que había utilizado todo un cuaderno azul para escribir en sus páginas uno de estos tres nombres: Mayor Oreja, Rato y Mariano. Tal exuberancia prosística en dicho cuaderno azul solo se explica por el hecho de que José María Aznar sea esposo de la muy afamada literata Ana Botella, alcaldesa de Madrid en la intimidad.

rajoyLa importancia de las palabras mariano y rajoy como sinónimos de candidato, las explica muy bien José María Aznar en sus metacarpianas memorias. Salvad el cuaderno azul: "El 15 de noviembre de 2002, cogí un viejo Boeing 707 de la Fuerza Aérea con rumbo a la República Dominicana. En otro avión viajaban los Reyes y la ministra Ana Palacio. Nos dirigíamos a la XII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado. Cuando sobrevolábamos el Atlántico, el secretario general de la Presidencia, Javier Zarzalejos, me avisó de que teníamos un problema. El comandante le había pedido que me transmitiera que, según todos los indicios, estábamos perdiendo líquido hidráulico. Aún no tenía claro si se trataba de una avería real o de un fallo en los sensores. Le pedí al comandante que me explicara la situación. Me dijo que estábamos en contacto con Torrejón para averiguar el alcance del problema. Le pregunté qué consecuencias tendría la pérdida de líquido hidráulico y me contestó que no se podría bajar el tren de aterrizaje. En cuanto me confirmaron que la avería era muy seria y que no teníamos combustible suficiente para regresar a España, me puse en contacto con el avión del Rey para decirle a Don Juan Carlos dos cosas: primero, que nos adelantaran porque teníamos un problema mecánico potencialmente grave. Y, segundo, que si nos ocurría algo, en la cartera que llevaba conmigo en el avión había un cuaderno azul en el que estaba apuntado el nombre de la persona que en mi opinión debía hacerse cargo de la situación. No le dije nada más".

Tras tan heroica circunstancia aero-hidráulica, los hados tuvieron a bien preservar el cuaderno azul con el nombre de Mariano: el candidato. Y, aunque haya gente que piense que aquellos hados trajeron nuestros Hades, en aquel vuelo demostró el Destino quién es su preferido para ser candidato: Mariano Rajoy. Por siempre y por jamás.

Rajoy tiene razón cuando dice jacarandoso que no encuentra otro candidato mejor que él. De candidato, Mariano da estupendo. Lo malo es cuando se enturbia en otras responsabilidades más fatigosas.

Concluyamos. Solo la prosa de Azorín se puede permitir el lujo de extenderse demasiado en lo insignificante. Mariano aun se cree que es candidato: "No encuentro otro candidato mejor que yo", ha dicho. Que un presidente de un país en ruinas nos transmita esto cuando aun ha de recorrer la cuarta parte de su mandato, dice mucho del presidente, mucho del pueblo que le ha votado, y poco de su mandato.

Rajoy, cobarde, ya se baja de presidente a candidato. Vaya líder más escasamente barloventero. Yo, que siempre defiendo a los débiles, suscribo con mi pluma y con mi espada cada una de las palabras del espantadizo Mariano Rajoy: es el mejor candidato. No tardemos en convocar elecciones para demostrar que es cierto, Mariano, coño. Hilillos de mayoría absoluta te prometo.

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