Rosas y espinas

Un día triste para la cultura en Mérida

anfiAyer fue un día triste para la cultura. Para nuestra cultura. Para la cultura en Mérida. Para la cultura española. Los organizadores del muy patriótico World Padel Tour han suspendido los partidos de pádel que se iban a jugar, entre el 4 y el 10 de mayo, en el anfiteatro romano de Mérida. El anfiteatro de Mérida fue construido, como todos los historiadores y arquitectos saben, para que 22 siglos después se jugaran sobre sus ruinas partidos de pádel. Y ahora la incultura general nos obliga a rescindir aquel bello y lejano sueño de los picapedreros de la Augusta Emerita.

El alcalde de Mérida, por supuesto del PP, como deberían de ser todos los alcaldes, ha lamentado muy profundamente la decisión del World Padel Tour de no jugar al pádel en el ruinoso anfiteatro de Mérida, a causa de unas veleidosas protestas populares. Con las ganas que tenían los turistas de ver jugar al pádel a unos muchachos en el anfiteatro de Mérida.

Los batasunos y los yihadistas, todo hay que decirlo, reunieron 195.000 firmas en change.org para boicotear este evento de pádel que hubiera congregado multitudes y rejuvenecido una vieja ruina lusitana que no vale para nada a los emeritenses. Duele al español la blandeza de nuestras empresas ante el violento. Que una institución tan patriótica y de tradición tan arraigada en el españolismo como el World Padel Tour abandone sus ideales por presiones espurias, ha de hacernos meditar sobre si somos buenos españoles, sobre si somos buen world, sobre si jugamos bien al pádel, y sobre si corremos bien los tours, cualidades que son la santísima trinidad de nuestra cultura nacional, y por eso suman cuatro.

Si el anfiteatro de Mérida no sirve ni siquiera para celebrar un campeonato de pádel, es que no sirve para nada. Vaya ruina. Un campeonato de pádel es algo único, y sin embargo anfiteatros romanos como el de Mérida hay un montón. Personalmente, yo estoy con el alcalde del PP, Pedro Acedo, que acusa a la oposición de "destrozar la proyección internacional que el World Padel Tour suponía para la ciudad. Se ha perjudicado seriamente a Mérida".

Desde que Aznar empezó a jugar al pádel con Pedro J., o sea, algo así como una conversación agórica entre Sócrates y Platón pero con pelota, el Worl Padel Tour se ha convertido en uno de los acontecimientos culturales más relevantes del globo, solo por detrás de Gran Hermano XIII. Y que Mérida renuncie a albergarlo por domésticas cuitas políticas de la izquierda les parece un despropósito a este columnista y a este periódico y a la ciudadanía en general.

Esos mismos que denuncian que el IVA cultural sea del 21% mientras el porno paga el 4%, hoy niegan a Mérida el orgullo de modernizar su vetusto y descuidado anfiteatro con un fulgente partido de pádel, ingresando, además, un millón de euros. ¿Qué alcalde decente no vendería por un millón el anfiteatro de Mérida, donde ni siquiera te permiten construir?

Oclusos en la sinrazón de la memoria, los emeritenses han dejado perderse en el viento ese soplo de futuro español llamado World Padel Tour, y quizá perder el vagón de ese futuro nos acabe abocando a excavar las cunetas de la historia. Quiera Dios que España no se porte como Mérida, y que los españoles de bien acepten celebrar en sus monumentos, en sus cementerios y sobre sus reliquias miles de World Padel Tour, pues este evento es uno de los pilares más fashion de nuestra cultura y nuestra memoria. Viva España.

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