Rosas y espinas

El pezón de la diputada

bjorgLa diputada islandesa Björt Ólafsdóttir ha enseñado un pezón en twitter y se ha generado un gran revuelo en la prensa internacional, como no podía ser de otra manera. Al parecer, los científicos, los políticos y la gente en general desconocía que las diputadas también tienen pezones, a pesar de las arduas investigaciones que se venían desarrollando al respecto en el gran colisionador de hadrones de Ginebra. Pero si el bosón de Higgs, también conocido como partícula de dios, se resistió bastante hasta ser desenmascarado por los físicos europeos, el pezón de las diputadas era todavía un misterio epistemológico de imposible discernimiento. Hasta que llegó Björt Ólafsdóttir y enseño el suyo en twitter. El izquierdo, concretamente, con lo que todavía persiste la duda de si las diputadas gozan también de pezón derecho, que es el debate que ahora mismo aventa nuestras universidades y academias tras el escándalo.

descargaBjört Ólafsdóttir ha propiciado este descubrimiento no por amor a la ciencia, sino para denunciar la censura en las grandes redes de comunicación social. Porque los pezones están vetados en facebook, twitter e instagram, por poner solo tres ejemplos. No hace mucho, madres de todo el mundo se cabrearon notablemente, y sin razón, porque facebook eliminaba bajo la etiqueta de pornografía fotos rijosas dando de mamar a sus hijos. El caso de las chicas de Femen, esas que enseñan las tetas en parlamentos, reuniones del G-20, bancos y otras sedes de la incuestionable soberanía popular, es aún más lacerante. Tuvieron que renombrar tres veces su página porque Mark Zuckerberg, supongo que en persona, la eliminaba cada vez que estas atléticas y entrenadas damas colgaban en la red sus revolucionarios desnudos. Esa es la razón por la que Ólafsdóttir ha revelado al universo mundo que las diputadas también tienen pezones: es, el suyo, un pezón protesta.

Heidi-traderVivimos en unos tiempos en los que hasta los niños cambian de canal si en los dibujos animados Heidi no enseña el coño en la primera escena y destripa a un malvado en la segunda con una catana, y de ahí la importancia de que nuestras redes sociales nos preserven los principios morales básicos del Movimiento. Sin embargo, esta diputada islandesa viene a alterar nuestra paz puritana con su pezón pugnaz y vindicativo, bello y violento, agraz y solemne como un discurso de investidura o desvestidura. La conmoción ha sido tan enorme que ni siquiera Zuckeberg se ha atrevido a borrar este pezón, a pesar de que estamos en Semana Santa. Hay teólogos que han interpretado el hecho como la epifanía del maligno, ya que Björt Ólafsdóttir está embarazada, y además de gemelos, y monseñor Rouco Varela ha comunicado a sus fascistas más cercanos su temor a que el Señor no resucite mañana a causa del escándalo. En ámbitos más políticos, este descarga (1)periódico ha confirmado que la peineta de María Dolores de Cospedal, en plan milagro, se ha puesto a llorar billetes de dinero negro para repartir entre los pobres de Génova 13. El papa Francisco está dudando entre canonizar a Cospedal o a la peineta. Y Cristina Cifuentes ha enviado a los antidisturbios a quemar, delante de las iglesias, pantallas de ordenador contaminadas por la sicalíptica imagen del pezón de la rubia satánico-islandesa Ólafsdóttir.

Aunque uno es algo viajado, nunca imaginó que estas chorradas pudieran seguir ocurriendo allende el olor a incienso de nuestra democracia aconfesional. Pero es evidente que las vanguardias tecnológicas de las sociedades más avanzadas, los gurús internáuticos de la neoposmodernidad, son hasta más meapilas que nuestro ministro Fernández Díaz, que anda poniéndole medallas del mérito policial a cuanta virgen se le cruza en el camino (el de monseñor Escrivá, of course). Un mundo regido por gentes que consideran pornografía un pecho de mujer está enfermo o es extremadamente hipócrita. Y, dado el contexto, ni siquiera nos queda el consuelo de llamar a estos señores hatajo de mamones. Me recreo en la visión del pezón de Björt Ólafsdóttir antes de que lo censuren. Qué pezón más doblemente bello. Ay.

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