Rosas y espinas

El misterio Mariano

juntaEl Partido Popular nos dio ayer una gran lección de democracia al reunir a 400 dirigentes de su junta directiva para que ninguno dijera nada. Habló Floriano, habló Cospedal, y declamó nuestro amado líder Mariano. Y nadie más dijo nada. Ni una pregunta. Ni una aclaración. Ni una tos. Génova 13 es el edén de la democracia, pues allí todo el mundo está de acuerdo. Un hombre, un voto. 400 dirigentes, una voz. Una, grande y mariana estaba ayer Génova 13, observada atentamente, desde la otra acera de la avenida, por los geranios balconeros de las señoras bien, que abundan en Chamberí.

ppNo vale la pena abrir la boca si no mejoras el silencio, vino a decir quizá un músico. Y los escuderos de Mariano saben que la mejor manera que tienen de captar votos es pasar desapercibidos. No estar. Que parezca que ni se presentan a las elecciones. El PP está tan corrupto que cada vez que uno de sus dirigentes bosteza, huele como mal. Cerrar la boca es la consigna. El silencio es la estrategia electoral. Mariano presidente, sí: pero que parezca un accidente.

Los periódicos en general se han tomado bastante a guasa la mise en scène de este vodevil unánime, silente y becerril con el que Rajoy ha querido refrendarse en plan Nerón. Tocando su arpa mientras arde Génova. Para Mariano gobernar el timón es dejar el barco a la deriva, y eso que nació gallego.

El caso es que no le está saliendo mal. No solo por el amor sin labios que le brindaron los 400 dirigentes silenciados entorno a su mesa ayer. Mariano ha gobernado siguiendo sus prioridades éticas y estéticas, y esto lo resumió ayer en una frase que creo que habría que rescatar del desapercibimiento: "Tuvimos que pensar en 46 millones [de españoles] y por eso no pudimos satisfacer uno por uno a todos". Los datos lo avalan. Las ocho grandes fortunas españolas crecieron casi un 15% en 2014. En ese mismo año, los salarios en las grandes empresas bajaron un 0,4%. Ahora Mariano no va a tener tiempo de satisfacernos al resto, porque se avecinan procelosas elecciones.

espeMariano Rajoy ha conseguido que su vacuidad sea percibida como un misterio, e incluso los más sesudos analistas políticos le interpretan el plasma y el balbuceo como una semiótica muy suya. Y, realmente, Mariano Rajoy es un misterio. Desde su aparente debilidad, ha ido abatiendo o arrinconando a enemigos tan poderosos como Rodrigo Rato, Aznar/Botella, Fraga en su momento, Mayor Oreja, Ruiz Gallardón, Cayetana y sus mariachis enamorados, y hasta Luis Bárcenas, que pagó en negro la planta de Génova 13 donde se reunió ayer la directiva nacional del PP. A Mariano solo se le ha escapado Esperanza Aguirre, omisión solo atribuible a la certificada pericia de la lideresa al volante.

Quizá lo que piensa Rajoy es que el español es un pueblo cobarde y previsible, al que le asusta el silencio. Y a lo mejor tiene razón. Los 400 muditos de ayer en Génova 13 son un espectro demoscópico a tener en cuenta. No es la vieja España que bosteza, es una España peor. Se me mezclan los versos, dulce Hamlet: algo huele a podrido en el silencio. Qué miedo damos los españoles cuando nos quedamos callados. Qué miedo.

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