Rosas y espinas

Lideresa Cifuentes

338px-Cristina_Cifuentes_en_un_acto_de_bienvenida_a_nuevos_militantes_del_Partido_Popular (1)Cristina Cifuentes enunció este viernes su decisión de abrir los hospitales de la sanidad pública madrileña a todos los humanos seres "iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social" [el entrecomillado es la Constitución, no Cifuentes]. La medida es justa e ineludible, pero en clave política supone además un disparo al corazón del actual/viejo PP, un bofetón directo a las muy particulares mejillas de Mariano Rajoy, de Esperanza Aguirre y de Alfonso Alonso.

rajoyCifuentes no está en campaña. Acaba de ganar. Y no se explica este órdago de naipe oscuro en víspera de que nuestro amado y blanco líder fuera nombrado en Portomarín, su Pontevedra, Caballero de la Real Orden Serenísima de la Alquitara. Que una orden dedicada al alambique se declare serenísima ya es bien paradójico, pero aun es más excéntrico que nuestro amado líder elija tan sanchopancero acto para prometer que su gobierno volverá a reconocer el derecho inmigrante a la sanidad en territorio español. No solo es uno de los anuncios de mayor calado que ha hecho Rajoy en toda la legislatura (con fecha de arranque, además: septiembre:ya), sino que supone asumir públicamente un grave error: ¿por qué corregir ahora el Real Decreto 16/2012 que con tan campeadora fortaleza defendió Rajoy para quitar a los extranjeros la atención sanitaria nada más llegar al trono? Pues porque, estando Rajoy en campaña, Cifuentes no le ha dejado otra opción: o hacer este ridículo o declarar a la presidenta en rebeldía. Mariano, sé fuerte.

Alfonso_Alonso_al_habla_en_HaroLa rubia presidenta madrileña también ha amarilleado el rostro del ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, que sueña con ser presidenciable desde que le doraron la píldora mediática en su época de alcalde victoriano en Vitoria. Su departamento, horas después del anuncio de Cifuentes, filtró a la prensa que el ministerio presentaría en el próximo Consejo Interterritorial de Salud la propuesta para esto de la sanidad universal. Otro espantoso mea culpa, entonado apenas unas semanas después de que Alonso vetara esta discusión en el mismo órgano. De sabios y de oportunistas es rectificar, Alonso.

El manotazo a Esperanza Aguirre se produce ya más en los salones de la frivolité, como se merece una condesa, y por eso a mí me parece el más cool, epidérmico e interesante. Cifuentes le está arrebatando a Espe ese título de lideresa que tanto la halagaba. Esperanza sobrevive a que le desbraguen la presidencia regional del partido, la alcaldía y hasta las multas de tráfico, pero no a despojarse del título popular de lideresa. Es su Tara particular, la tierra escarlata sobre la que jura cada atardecer que nunca volverá a pasar hambre de mamandurrias. Sin el apelativo, Aguirre se queda en abuelita opositora del ayuntamiento, en concejalilla trapisonda, en teleñeco en carne y hueso para decir extravagancias en La Sexta.

La ha liado parda Cristina Cifuentes con su secesión antirracista. Y se lo han tenido que perdonar. Cristina Cifuentes es enemiga peligrosa, y por eso Rajoy la puso antes de delegada del gobierno para lanzar sobre quincemeros, desahuciados, periodistas, médicos, jubilados, paseantes, despistados y maestros a los feroces gorilas de las Unidades de Intervención Policial. Cómo arreaban aquellos robocops, nibelungos embravecidos por el aliento wagneriano de su valkiria represora.

Queda saber si Cifuentes es buena estratega. En aquellos aquelarres policiales contra el pueblo ganaba siempre a la hora de las hostias, pero sin otra logística que enviar un madelmán armado contra cada dos manifestantes pacíficos. De momento, eso sí, los que ganan con esta gresca interna de ambiciones son los simpas. Así que bienvenida sea tu gresca, neolideresa. Hacía falta.

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