Rosas y espinas

Marca Mariano

marianoEn esta semana decisiva para el futuro de la unidad de España, acabamos de enterarnos lo que pasa cada mañana en el Palacio de la Moncloa. Absténganse espíritus sensibles. Con la del alba, en el hogar de los Rajoy se monta un Mariano contra Mariano por la posesión del Marca. Lo contó el presidente en una entrevista con Ana Rosa Quintana. Lo que no se sabe es si nuestro líder, para dirimir la disputa, llama a Jorge Fernández Díaz para que le envíe unos UIP de apoyo o a Fátima Báñez para que le busque al chico un empleo y deje de joder con la pelota.

Mariano Rajoy, cuando se nos quiere humanizar (y eso lo suele hacer en campaña), cae levemente en lo ridículo. Le sucedió cuando lo de su primo el del cambio climático, con aquella niña de campaña ante Zapatero, y ahora batallando con su hijo por la lectura del Marca. A ver si no va a aparecer un abogado listo de Manos Limpias y va a denunciar a nuestro amado líder por maltrato infantil.

Los candidatos españoles, cuando quieren imitar el sentimentalismo americano o sus shows de campaña, acostumbran a sepultarse en lo grotesco. Aun no he conseguido quitarme de la cabeza el baile de Miquel Iceta a ritmo de Queen. Me desvela. Me provoca gatillazos si la imagen me asalta durante el coito. Me deprime y me humilla. Tampoco olvidaré jamás a Pedro Sánchez permitiendo que se le siente en las rodillas una gogó de Tele5. A Ada Colau brincando sobre un escenario. Podría seguir sumando ejemplos hasta caer en lo goyesco, pero me empiezo a poner malo.

Yo no sé a qué se debe esta incapacidad de nuestra clase política para hacer algo simpático. Quizá porque concebimos la política con un sentido guerracivilista, bélico, cruento, exterminador. Que el humor y la empatía sean dos de las más elevadas manifestaciones de la inteligencia prefiero no analizarlo, pues no seré yo quien alimente desde aquí el vicio del abstencionismo.

Parece mentira, pues España ha dado algunos de los mejores especímenes del humor inteligente. Quizá nuestra clase política debería frecuentar más a Gila, a Tip y Coll, a Faemino y Cansado. Pero parece que no pasan de Chiquito de la Calzada. Yo casi prefiero que sigan intentando parecer gente seria y responsable, aunque tampoco es actitud que les salga demasiado bien. Tengo un amigo que dice que no votará hasta que se presente un candidato que destile más inteligencia que la suya. No soy amigo de dar consejos, pero para nuestra salud democrática sería quizá deseable abstenerse de acudir a actos de campaña o de encender el televisor las dos semanas de jolgorio que se nos ofrecen antes de cualesquiera comicios. Quizá eso nos ayudara a depositar el voto, al menos, con cierta paz interior. Que a Catalunya y España nos sea leve. Vaya añito que llevamos.

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