Rosas y espinas

Adiós y hola, Pablo Iglesias

562f58aaad131.r_1445952884149.0-0-996-513De las tres grandes noticias que conocimos ayer, yo me quedo con la menos importante. O sea, con la tercera (aclaro con más temor a no ser entendido que a redundar, funambulismo que jamás le recomendaría a un buen poeta). La primera, por supuesto, es la declaración in pectore de la Catalunya independiente por parte de Junts pel si y la CUP. La segunda, por su honorabilitat, es el envío de la familia Pujol a sus viviendas vacacionales tras un registro en el domicilio patriarcal, registro que se produce apenas tres años después del inicio de la instrucción, pues en el derecho constitucional a la destrucción de pruebas no se debe inducir a los imputados a precipitarse. La tercera noticia, por su liviandad, es la que más me conmueve. Pablo Iglesias se despide de los parlamentarios europeos con esta frase: "Vuelvo a mi país para que no siga habiendo en España gente como ustedes en el gobierno".

JuanCarlosMonederoHuelga reconocer que no suena muy amistoso, pero como programa político me parece muy completo. Cuando nació, se le echaba muy en cara a Podemos su ferocidad dialéctica, su intransigencia, su radicalismo, su juancarlosmonederismo. Cuando Juan Carlos Monedero fue acusado por Hacienda y la Complutense de haber declarado irregularmente asesorías por valor de 425.000 euros, Podemos, aun feroz, intransigente y radical, era según el CIS la segunda fuerza política española con el 23,9 de la estimación de voto (PP: 27,3; PSOE: 22,2). En abril, con discurso ya más moderado por el complejo de culpa, había descendido Podemos hasta el 16,5%. En julio, ya empastelados de almíbar socialdemócrata y anti bolivariano, al 15,7. Ahora hay encuestas que casi lo liliputizan en el 10%.

Yo soy muy apolítico, y por eso me permito el lujo de opinar ignara e indiferentemente sobre todas estas bagatelas, pero malicio que, en su despedida de ayer del Parlamento Europeo, Pablo Iglesias acertó con la clave de lo que anhela una buena parte del pueblo español y de ese tanatorio del europeísmo llamado, hoy, Europa: "Que no siga habiendo en España gente como ustedes en el gobierno".

Es así de simple.

Ya decía el nada fiable diplomático y escritor mexicano Marco Aurelio Almazán que "la política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa". Ahora mismo, esos mismos parlamentarios a los que ayer insultaba Pablo Iglesias seguían impidiendo (populares, socialistas y liberales) que nuestros eurodiputados puedan informar a sus electores de las negociaciones que mantienen con los lobbies para el tratado de libre comercio con EEUU. Es curiosa una democracia en la que los representantes del pueblo privan al pueblo de saber cómo lo representan.

Lo de Catalunya y lo de los Pujol, insisto en mi canallesca informativa, me parece insignificante al lado de esto. Me da igual quién gobierne Catalunya o España si sigue gobernada por los mismos. Lo que no entiendo es que no surja un Junts pel si que demande el derecho a decidir de nosotros, los apátridas a la fuerza, que solo pedimos independizarnos de los países, los països y los continentes que sigan manteniendo a "gente como ustedes en el gobierno". Estoy seguro de que esta noche han muerto de frío en Europa algunos refugiados. No sé si me explico bien. Pablo Iglesias, bienvenido, lo hizo ayer estupendamente antes de hacer la maleta (sin billetes de 500) y volver a casa. Para que no siga habiendo en España ni en Europa "gente como ustedes" en los gobiernos. Y todos los que nos tratamos de tú sabemos quienes son la "gente como ustedes". A ver después cómo votamos, que quizás es lo más o menos importante.

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