Rosas y espinas

Votar bajo fianza

375px-Sede_nacional_del_Partido_Popular_(Madrid)_01El próximo 26 de junio, quizá más de siete millones de españoles votarán a un partido que ha tenido que apoquinar 1,25 millones de euros de fianza por pagar en negro su sede, su casa, la casa del pueblo de nuestra derecha. O sea, un presunto delito. Yo creo que la solución para este problema es que el votante del PP, dentro del sobre de votar, introduzca con la papeleta de la gaviota 0,17 euros en B, y así, junto a la confianza de sus inteligentes y honestos seguidores, Mariano Rajoy pueda ponerse al día con los fiados que tiene en el colmado de la Justicia.

--¿Traes los cuartos, Mariano?

--Aquí los tengo, señor juez. Vamos a contar la calderilla.

--¿Te hago factura, presidente?

--Para qué vamos a andarnos con monsergas, Bartolo.

--También es verdad.

Siete millones de españoles (casi uno de cada tres votantes) anhela estar gobernado por corruptos, chorizos, mangutas, evasores, blanqueadores, trileros, saqueadores, descuideros, carteristas, mecheros y contrabandistas. Según los datos de un informe de Capgemini y RBC Wealth Management, en España solo 178.000 personas acaparan riqueza por más de un millón de dólares. A estos 178.000 se les puede perdonar que voten al PP, pues su deshonestidad se les supone (detrás de cada fortuna hay un delito, nos decía Honoré de Balzac sin tener en cuenta la lotería). ¿Y el resto?

ladronUna encuesta de Metroscopia, tras la últimas elecciones, nos ilustraba de que el 53% de los votos del PP provienen de los pensionistas. En España tenemos 9 millones. Los pensionistas de hoy ya no son aquellos que habían crecido en la mugre sepia del franquismo, y a los que Fraga obligaba a votar AP a punta de garrotazo (eso lo viví yo en Galicia). Un pensionista de hoy, en 1975, tenía 25, 35 o como mucho 50 años. Al menos la mitad de su vida la ha vivido en democracia. Y tiene todo su derecho, y sus facultades intactas, para decidir votar a corruptos, chorizos, mangutas, evasores, blanqueadores, trileros, saqueadores, descuideros, carteristas, mecheros y contrabandistas.

A nuestra España siempre le ha molado el delincuente, el pícaro. Lazarillo siempre ha tenido más aceptación que Alonso Quijano (por si nuestro ministro de Cultura, Méndez de Vigo y Lassalle, lo ha olvidado otra vez, estoy hablando de Don Quijote).

En este país el choriceo ha estado siempre tan bien visto que incluso le hemos otorgado rango semántico de arte. Cuando en los 80 surgieron los trincones neosocialistas engominados, cual Mario Conde, los Albertos, De la Rosa y tal, el español no habló de lacra, de enfermedad social, de cáncer ético, de forúnculo democrático, de excrecencia generacional. Se habló de cultura: de la cultura del pelotazo. El pelotazo se elevó al rango de lo cultural, y hasta Juan Luis Cebrián está hoy sentado en la Academia.

Yo estoy seguro de que si lo toros votaran en España, dirían sí a un referéndum en defensa del arte del toreo. El arte, la tradición, la fiesta de los toros, la cultura de tirar una cabra desde un campanario. Cualquier sangría la envolvemos con una pátina de glamour castizo. Me extraña que a la trata de mujeres y hombres no la hayamos rebautizado como soneto amoroso de cotizar por amar en diferido.

En resumiendo, colegas, que el 26-J los españoles vamos a votar bajo fianza, y nos encanta la tesitura. Venderemos marca España. Y el mundo nos observará admirado. Al fin y al cabo, a la presidenta del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, la están juzgando por enchufarle 400 millones de euros de las arcas francesas al corrupto y ex convicto empresario Bernard Tapie; y ya sabemos por Luxleaks que nuestro presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, convirtió Luxemburgo en paraíso fiscal cuando gobernaba el coqueto ducado centroeuropeo. Corruptelillas de salón, comparadas con las nuestras. Votemos, españoles, para mantener alto el blasón. Paguemos 0,17 euros evadidos por votante y votemos en libertad bajo fianza.

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