Rosas y espinas

De Rivas-Vaciamadrid a Bilderberg

Letizia-Ortiz-corto-2013.jpgEn los cuentos de hadas y princesas de antaño, la niña bella, humilde y resignada siempre acababa dándose de belfos con un príncipe, fuera tras besar un sapo, extraviar un zapatito de cristal antes de que se le convirtiera el coño en calabaza, o en virtud de cualquier otro prodigio de la imaginación prefeminista de la época. La fábula terminaba inexorablemente en boda, siendo felices y comiendo perdices, y con la ex plebeya pariendo innumerables vástagos cual dulce coneja ninfomaniaca.

Si en lo epidérmico sí, en el fondo no eran historias demasiado románticas, ya que esta Venus de arrabal, tras pasar por la fugaz transición principesca, acababa convertida en una vulgar incubadora. Lo cual hace comprensible que las poscontemporáneas monarquías hayan añadido un acto más a la estructura del cuento, y tras la transición de princesa a incubadora otorguen a las protagonistas entrada en el selecto y oscuro Club Bilderberg. Es lo que le acaba de suceder a nuestra jefa consorte de Estado, Letizia Ortiz.

índiceAsombra de lo que es capaz esta mujer. Ha pasado de republicana a reina, de abortista a ultracatólica, de informadora a encubridora de compi-yoguis, y de Rivas-Vaciamadrid, barrio obrero de la capital, al club Bilderberg. Hans Christian Andersen se queda inocurrente ante la dama.

Yo no sé si el club Bilderberg es el verdadero gobierno mundial en la sombra, como malician los menos reticientes a la veleidad conspiranoica. Apunta maneras, en todo caso. Por allí pasaron delincuentes internacionales como Rodrigo Rato, nuestro Lehmann Brothers dilecto Luis de Guindos, socialistas revestidos luego de oropeles cual Javier Solana, Narcís Serra y Joaquín Almunia, los Botín (of course), los Entrecanales,  el neo-censor Juan Luis Cebrián (príncipe de la logia en España), la criadora de batracios Esperanza Aguirre, Soraya Sáenz de Santamaría...

A esta nueva edición invitaron también a Albert Rivera (infanzón del Ibex-35), que delegó el honor en su gurú económico, Luis Garicano, dada la imposibilidad de filmarse llorando o dando abrazos a los plutócratas allí reunidos, por lo secreto del cónclave.

Aunque las reuniones de Bilderberg son confidenciales, se sabe que esta se celebra este jueves en Dresde (Alemania), y se intuye que uno de los principales temas a tratar será el de los papeles de Panamá y de la Castellana, que nos han venido a revelar recientemente que los banqueros, presidentes, ministros, reyes, espías, empresarios y bienhadados del planeta se dedican a evadir ingentes cantidades de dinero en la esquiva geografía de los paraísos fiscales del orbe mundo.

Letizia podrá charlar animadamente con los más distinguidos embajadores del delito fiscal de guante blanco sobre los mecanismos con los que los cuatro sucesores a la corona española, tras los descendientes de Juan Carlos I, compartieron durante años madejas evasoras y testaferros con cerebros tan enchironables como Luis Bárcenas, la famiglia Pujol o el ya aludido Rato. Son aficiones y entretenimientos que unen mucho a los miembros de este selecto y solidario club. Todos se ayudan a todos, como en las mejores estirpes.

Es la primera vez que doña Letizia es invitada. Si yo fuera objeto de tan alto honor, es que no sabría ni qué ponerme. Claro que tampoco es plan alarmar al pueblo español. Letizia es muy estilosa y seguro que no deja la marca España en mal lugar. Una cosa es ir de cualquier manera a Eurovisión, y otra muy distinta acudir a Bilderberg.

La pena que me queda, y que sé que comparte conmigo la gran mayoría de los patriotas españoles, es que después doña Letizia no nos pueda comentar, aunque sea solo frívolamente, algo de lo que allí se cuchichea, o de qué se ríen, o de qué estaba compuesto el menú, o si son neogóticas las nietas de los Rockefeller. Pero ya se sabe que los representantes del pueblo tienen el deber de ocultarnos los contenidos de tan inalcazables cumbres y torreones. Es parte del sacrificio que han de sufrir por nosotros. Por mucho que hayan salido de Rivas-Vaciamadrid. Ay, Bilderberg.

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