Rosas y espinas

Errejón, la honda y los bancos

errejonÍñigo Errejón ha pedido en el Congreso, de manera un tanto informal, como es él, que los bancos vayan devolviendo las ayudas estatales que recibieron de los incautos y malvotados españoles en cuanto De Guindos y sus jefes americanos hundieron Lehman Brothers. Desde mayo de 2009, el Estado ha prestado vía Frob 53.553 millones de euros a nuestros muníficos banqueros. Son datos del Banco de España. Que también nos advierte, con graciosa incomodidad, de que solo se ha devuelto el 5% de lo prestado. Conozco desahuciados que pagaron mucho más antes de quedarse en la calle, pero me lo callo para no caer en el populismo y la demagogia.

Vivimos en una pintoresca democracia en la que todos estamos obligados a pagar nuestras deudas, menos los bancos. Los bancos son unos extraños animalillos domésticos a los que se les rinde pleitesía mientras se les da limosna, justo lo contrario que a los pobres de las puertas de las iglesias.

Errejón ha venido a decir que hoy los españoles necesitamos el dinero que ayer (sin que nadie nos consultara, y engañándonos) le prestamos a los bancos. Y díjolo tras saberse que el Gobierno ya ha comunicado a Bruselas y a sus trajeados cantores del Tirol que su diligente administración acaba de agotar, ya para siempre, el fondo de pensiones. Los 66.800 millones que dejó José Luis Rodríguez Zapatero, el gran gestor Mariano Rajoy los ha reducido a 13.500, y las previsiones gubernamentales para el año próximo es que anotemos en rojo más de 2.500 M€. No es por joder, pero las cuentas de Errejón salen muy claras: se le ha quitado a los jubilados lo que se le ha regalado a los bancos. Mientras los bancos estafaban a los jubilados con preferentes, por seguir incordiando.

Lo triste de estas peticiones al estilo Errejón es que nos suenen a utopía, a blowin´ dylanesco, a no pises la hierba y fúmala. Nadie contempla posible que un Estado, jamás, pueda reclamar un dinero que ha prestado a un banco. Como resulta inconcebible que un banco no desahucie a un ciudadano de ese Estado (prestamista) si no rinde su hipoteca. Sin ir más lejos, a mí el otro día me levantaron 40 pavos por un decubierto momentáneo de tres euros (no traducir a millones).

Los bancos no son unos entes difusos que, como plaga, se van llevando la hucha de los pensiones en tiempos de gobierno de derechas. Y, como cualquier otro ente no imaginario, el banco también tendría que pagar sus deudas. Y eso es lo que clamaba en el desierto el otro día Íñigo Errejón. El pequeño Errejón, agitando su honda a las puertas de un gigantesco cajero automático, que es la nueva versión del sanguinario molino quijotesco.

El problema de Podemos no es un debate entre incendiarios y dialogantes. Es que la gente ha dejado de creer en aquellas quimeras de la Puerta del Sol. Por simple pereza, el pueblo ha vuelto a resignarse a la realidad, y ya sabe que nadie puede reclamar dinero a los bancos, ni detener los desahucios ni devolver el poder al pueblo (otro mito, pues el pueblo nunca lo tuvo). Por eso ahora resulta enternecedor escuchar a Errejón decir esto, hablar como entonces, con aquel aliento quincemero: asaltar los cielos era la metáfora de asaltar los bancos, y está claro que no se va a conseguir. Estamos en pleno juicio de las black de Bankia y las encuestas dan que el PP hoy casi rozaría la mayoría absoluta. En este cuento que hoy se cuenta aquí, la honda de David solo hizo sonreír a Goliat. Que es lo que estaba cantado.

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