Rosas y espinas

Sijena y cultura política

El país del exitoso Bertín Osborne en prime-time, el país que considera cultura matar un toro, el país en el que un diario deportivo deduplica las ventas del otro diario generalista, país con un presidente democrático que por ignorancia alaba a un almirante franquista que bombardeó y asesinó a hombres, mujeres y niños en desarmada desbandada guerracivilista, casi el país europeo con más recortes en educación, país con un líder de la oposición que hace soriano a Antonio Machado y pone a la historia antifonaria de nuestro socialismo recio y noble mirando hacia Cuenca... País.

Pues este país acaba de enfrentarse con la policía por las piezas de un museo. Para que digan luego que somos unos patanes. Hay muchos analistas y politólogos muy sabios que sostienen que el PP gana votos cada vez que ataca a Catalunya. Yo no estoy de acuerdo. Y el asunto de Sijena me refrenda. El PP gana votos cada vez que ataca a la cultura, como en esta ocasión. Los perderá en Catalunya, los votos, pero muchos riñones de España están gritando 'a por ellos', con la guardia civil frente a un museo, custodiando obras de arte en lugar de jorditos y oriolcitos. No me digáis que no es muy dadaísta. A mí, culturamente hablando, me pone muy cachondo.

Cuando la cultura enfrenta a los españoles, siempre es por asuntos extraculturales. De ahí, quizá, la explicación a que seamos tan burros. Mezclamos tanto la cultura con la política, la cultura con las fronteras, la cultura con las siglas, que al final reducimos la cultura a una ecuación diabólica entre política, frontera y siglas. Con lo cual diluimos la cultura en las más corrosivas excrecencias del sentimiento y la geografía.

Cuando éramos pequeños, estudiábamos la diferencia entre geografía física (marcada por cordilleras, ríos, mares, la naturaleza...) y geografía política (que si te paras a pensarla está toda dibujada con rotuladores de guerra).

Supongo que la geografía física es cultura que viene de la naturaleza y la geografía política es solo un capricho infantil: ¿para qué pintar rayas de colores en la tierra?

Lo triste de lo que está pasando con los bienes o males de Sijena es que no se pelea por unos bienes o males culturales. Las piezas son lo de menos. La herencia histórica es lo de menos. Se pelea por una cabezonería recíproca que nada tiene que ver con la cultura, sino con todo lo contrario. Ni siquiera es incultura. Es acultura. Es la negación mutua de la posibilidad de diálogo, de razonamiento. En eso los catalanes no me podréis negar que también sois muy españoles, muy toreros y muy gitanos.

En el café de Chinitas
dijo a Paquiro un Frascuelo:
"Soy más valiente que tú
más gitano y mas torero."

Nos peleamos por la cultura no por la cultura, sino porque queremos pelearnos. Y yo creo que esa es la tragedia de este país. Nadie salió a la calle cuando el floreciente cine español --cultura-- fue masacrado por el gobierno del PP tras la gala de los Goya del 'no a la guerra'. Nadie se alteró porque el centenario de Cervantes fuera más celebrado en Gran Bretaña que en España. Y celebrar un aniversario no es mandar al consejero de cultura a decir unas estúpidas palabras sobre una tumba ignota. Es promover educación sobre Cervantes, películas sobre Cervantes, libros sobre Cervantes, comics sobre Cervantes... Y no me refiero solo a literatura, artes y otras veleidosas mariconadas. Si los españoles hubiéramos estudiado en el colegio la Guerra Civil, el franquismo y las historias de España y Catalunya, yo estoy seguro de que esto de la secesión y tal lo habríamos solucionado ya con un par de hostias/caricias mutuas y blandas. Pero, de momento, estamos muy ocupados en partirnos los dientes por las muy culturales piececillas irremplazables de Sijena. Que todos conocemos y valoramos con enorme precisión. Cultura política. Qué oxímoron.

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