Ruido de fondo

La nueva solidaridad

Cuando bajar los impuestos era de izquierdas, Zapatero, eliminó el de patrimonio porque afectaba a las clases medias. Lo dijo así, aunque en 2007 —el último año que este impuesto estuvo en vigor— lo pagó sólo el 5,2% de los contribuyentes españoles. Una clase media un poco corta, la verdad.

Como el impuesto de patrimonio estaba transferido a las comunidades autónomas, aquella peculiar liberación de la clase media equivalía a recortar la financiación autonómica en 2.121 millones de euros, que fue lo que se recaudó con ese impuesto en 2007. ¿Y qué hizo Zapatero para que las comunidades autónomas no protestaran por el recorte de ingresos que suponía su eliminación? Las compensó. Desde entonces todos los años el Estado central ha venido transfiriendo a los Estadillos autonómicos aquellos 2.000 millones de euros que habían dejado de recaudar.

Corrían buenos tiempos, Zapatero era entonces el primer presidente del Gobierno sobre la faz de la tierra, hacía y deshacía a su antojo (sea fulminado aquí el impuesto de patrimonio, hágase allí el cheque bebé, repártanse acullá 400 euros) y nadie se preguntó de dónde salía aquel dinero. Pero aquel dinero salía de los impuestos que pagamos todos, tengamos patrimonio o no.

Así que si no he entendido mal las explicaciones que he leído estos días, a efectos prácticos el impuesto de patrimonio nunca llegó a eliminarse en España. Lo que hizo Zapatero fue socializarlo, repartir la carga entre todos, evitar que lo pagaran sólo quienes más patrimonio tenían. Es la nueva solidaridad. Proteger los grandes patrimonios. Dar confianza a los mercados. Ayudar a los bancos. Es el socialismo del siglo XXI. Es como ser Robin Hood, pero a la inversa.

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