Ruido de fondo

Manda huevos

Una cosa es que un representante político se reúna con un juez y otra cosa muy diferente es que un representante político se reúna con un juez. En el primer caso todos estamos de acuerdo en que el político tiene que dimitir por decencia y el juez abstenerse, sobre todo si el caso que lleva ese juez afecta directa o indirectamente a ese político. En un asunto tan claro no hay discusión posible, me parece a mí. En el segundo supuesto en cambio las circunstancias no son las mismas, y el resultado también varía. No es lo mismo reunirse que reunirse. Y por lo tanto el político del segundo caso no tiene por qué abandonar el cargo y tampoco se ve la razón por la que el juez tenga que abstenerse, aunque el caso que vaya a juzgar ese juez tenga relación directa con ese político.Y lo mismo sucede con los ministros de Defensa, sean hombres o mujeres. El sexo no tiene por qué influir. Se trate de una metedura de pata política o de una tragedia con 62 muertos, una cosa es equivocarse y otra muy diferente equivocarse. Si tú eres ministro o ministra de Defensa y cometes un error tienes que poner tu cargo a disposición del presidente. Las dimisiones de los cargos públicos tienen un efecto pedagógico en la ciudadanía que no debemos menospreciar; cuanto más dimitan los políticos de un país más responsables serán sus ciudadanos. Ahora bien, si tú eres ministro de Defensa y cometes un error no veo razón alguna por la que debas abandonar la política, si se me permite citar a Mariano Rajoy. Es más, el error cometido por ese hipotético ministro lo convierte en un sujeto privilegiado a la hora de identificar los errores de los demás. Aprovechemos su experiencia. Los mejores católicos han sido siempre pecadores arrepentidos.

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