Ruido de fondo

Justicia medieval

El Constitucional ha enmendado al Supremo. Parece que el represor y fascista Estado español a veces funciona. Pero como muchos abertzales, Teresa Jiménez Becerril, número tres del PP a las europeas, no piensa así. Ella le ha perdido el respeto al Constitucional por permitir que Iniciativa Internacionalista se presente a las europeas cuando todo el mundo sabe que son de la ETA. No importa que un examen racional de las pruebas haya indicado lo contrario; eso sólo demuestra que los hechos están equivocados. Porque mucho más importante que las evidencias son las convicciones morales, como diría Mayor Oreja. Si gloso aquí este abyecto pensamiento es porque cada vez hay más gente que lo tolera. Una medievalización de la justicia que busca criminalizar los actos, por supuesto, pero también las ideas de quienes los cometen. Y como muestra, ahí van unos botones de elemental sentido democrático, que a muchos les parecerán apología del terrorismo: si una persona asesina en nombre de unas ideas, el asesino es la persona, no las ideas. Tener contacto con un asesino no te convierte automáticamente en asesino. Compartir las ideas religiosas, deportivas, sexuales o repugnantes de un asesino tampoco te convierte en asesino. Como mucho, en repugnante. Asesino sólo es el que asesina. Por eso además de medieval, resulta torpe, ventajista y a larga contraproducente esa deliberada y perversa confusión, que ya le parece natural a mucha gente, entre la banda terrorista —que se debe combatir— y su brazo político, que una democracia no puede perseguir, salvo que sus miembros cometan un delito tipificado en el Código Penal. 

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