Ruido de fondo

Sí pero no

En España las ideologías se venden por packs, como los disfraces infantiles. El del perfecto derechista español incluye: no al aborto, sí a la pena de muerte, no a la eutanasia, sí a la religión (católica), no al matrimonio (homosexual) ni a la memoria histórica, ni a la investigación con células madre, y por supuesto sí a las centrales nucleares. Mi primera manifestación fue contra las nucleares, a finales de los setenta. ¿Nucleares? No, gracias, decía el pin. La manifestación empezaba en Las Ventas y subía por Alcalá, hasta Arturo Soria. Entre otras cosas se gritaba: "ETA, Lemóniz, Goma 2". Truculento, visto desde hoy. A la mitad, la marcha fue reventada por grupos de perfectos derechistas. Pasé mucho miedo escondiéndome en los portales para despistar a los jóvenes pro nucleares. Aunque no creo que aquellos fachas, por la cara que tenían, hubieran reflexionado mucho sobre las ventajas de la fisión nuclear. Estaban más bien en contra de un ítem imprescindible en el pack del perfecto izquierdista: el rechazo a este tipo de energía. A veces me da la impresión de que Zapatero no se ha quitado todavía aquel disfraz de nuestra adolescencia, y de que su posición ideológica sobre ciertos asuntos tiene mucho de vieja consigna. Chico, si estás racionalmente en contra de la energía nuclear, cierra Garoña y potencia de verdad las renovables. Pero de verdad. Y si la consideras una alternativa, o piensas que es absurdo renunciar a ella cuando tus vecinos tienen su territorio sembrado de centrales que en caso de accidente no respetarán las fronteras políticas, entonces olvídate del perfecto izquierdista, y nucleariza el país. Por cierto, ¿nucleares? No, gracias.

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