Ruido de fondo

El silencio de los corderos

En un país con 4 millones de parados no son los desempleados quienes ponen en apuros al Gobierno, sino los dos colectivos que más teme Zapatero después de los socialistas catalanes: los católicos y los internautas. Ambos le han acusado de recortar las libertades, y ambos han conseguido en menos de 24 horas que el presidente rectifique.

El malestar de los católicos está causado por un fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, según el cual no debe haber símbolos religiosos en los colegios públicos. España debería acatar esa sentencia, y así lo ha pedido la Comisión de Educación del Congreso con el voto de ERC y del PSOE. Los católicos se han movilizado contra lo que consideran un atropello. La democracia, ha dicho Rouco, funciona "con la libertad y no con la imposición". Asustado por lo que se le venía encima, Zapatero ha dado marcha atrás y ha asegurado que la retirada de crucifijos no está dentro de sus planes.

El malestar de los internautas, como se sabe, está causado por la inclusión en el anteproyecto de ley de economía sostenible de una disposición final para proteger la propiedad intelectual. Lo que les ha puesto en pie de guerra ha sido la creación de una comisión con potestad para cerrar aquellas páginas web que faciliten descargas ilegales de contenidos sujetos a derechos de autor. Efectivamente, una comisión como esta, sin tutela judicial, es un ataque a las libertades fundamentales y una puerta abierta a la censura. Asustado por la rapidez y la efectividad de la protesta, Zapatero ya ha dicho que será un juez y no un particular quien decida sobre los cierres.

Y ya está. Aquí paz y después gloria.

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