Ruido de fondo

Haití (sólo en cines)

¿De qué escribirían ustedes hoy? ¿De los derechos de autor y la ley antidescargas? ¿De los viajes de la trama Gürtel? ¿De Munilla, un tío duro que no se deja impresionar por terremotos ni mariconadas? Cuando yo hice la primera comunión el cura habló de los negritos del África Tropical. Como era socialdemócrata dijo que los niños que estábamos allí vestidos de monjitas y marineritos no debíamos olvidar que había otros niños en el mundo que pasaban mucha hambre. Esta leve referencia al sufrimiento irritó a muchos familiares. No podían amargarnos el día más feliz de nuestras vidas, decían, aludiendo a cosas tan desagradables. A veces he incluido episodios de pésimo gusto en mis novelas y me lo han afeado. Me han dicho: ya sabemos que esas cosas tan horribles suceden, pero cuando leemos un libro queremos olvidarnos de lo feo que es el mundo. Supongo que en las redacciones de los periódicos, en las televisiones, dudarán si publicar esas fotografías de brazos asomando entre los escombros, si emitir esas imágenes de cadáveres despatarrados, unos encima de otros, con los culos en pompa. Si no lo haces, estás ocultando la realidad. Pero si te pasas, eres morboso. Yo las pondría todas, cuanto más explícitas, mejor. Y regalaría gafas para verlas en tres dimensiones, como en Avatar. Qué ingenuo soy: cómo si el cine de catástrofes y los videojuegos violentos no hubieran cumplido su función social: la de hacernos creer que los pobres apilados son dibujos y los que gritan al cielo, buenos actores. Por favor, compañeros: investigad si los ayuntamientos de Vic y Torrejón de Ardoz están enviando ayuda humanitaria a Haití. Y si los bancos que se ofrecen para tramitar las donaciones cobran comisiones por las transferencias bancarias.

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