Ruido de fondo

Risas enlatadas

Las maniobras de Trillo para hacer descarrilar como sea las peligrosas investigaciones en marcha se han unido esta semana a las declaraciones de Cospedal, obsesionada por sacar tajada electoral de la crisis económica. Más allá de las consideraciones morales que nos merezca la actitud de la oposición española ante un grave problema de Estado, una estrategia tan burda como la del PP sólo se entiende si los encargados de diseñarla están convencidos de que la gente es gilipollas.

Sólo desde una idea del electorado como un grupo de borregos acríticos, incapaces de leer, de pensar y de analizar por sí mismos lo que está pasando se puede mantener una estrategia tan arriesgada. Rajoy se ha pasado media legislatura llamando derrochador a Zapatero. Y cuando Zapatero pone en funcionamiento un brutal plan de ahorro (en el  que yo echo en falta una suspensión temporal de esos agujeros negros del gasto llamados autonomías), los rojazos del PP se pasan al otro lado: votan en contra de un decreto que apoya la CEOE, y siguen erre que erre manteniendo impertérritos lo contrario de lo que habían dicho hace unas horas, lo contrario de lo que dicen y hacen sus colegas ideológicos en toda Europa y lo contrario de lo que haría el propio Rajoy si mañana —Dios no lo quiera— ese gran patriota de sí mismo ganara las elecciones.

Cuando veo en la televisión las ruedas de prensa de Rajoy, Cospedal o González Pons, echo en falta unas risas enlatadas. "El PP es el partido de los trabajadores" (jajaja). "Estoy contra la huelga pero a favor de los funcionarios" (jajajaja). "El PP jamás congelaría las pensiones" (¡jajajajaja!). Aunque la gente está muy quemada, me resisto a creer que pueda ganar las elecciones un partido que insulta de ese modo a la inteligencia de sus electores.

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