Ruido de fondo

Tranquilos, tranquilos

Me hubiera gustado que el Tribunal Constitucional hubiese fallado una sentencia más favorable a las tesis nacionalistas de CiU o a las independentistas de Esquerra. Pero no porque yo tenga especial interés en el Estatuto, sino para ahorrarme la cansina letanía de quejas, la consabida enumeración de agravios y las trágicas llamadas a la unión del pueblo oprimido contra la intransigencia de España con las que van a bombardearnos.

Durante las próximas semanas vamos a asistir a la monótona carrera de otros años entre los diferentes partidos catalanes para ver cuál de ellos ama más a sus colores y quién expresa con mayor patetismo la intolerable situación que se vive en la Franja Catalana. En el frente opuesto tenemos que aguantar también estampas exóticas como la de la señora De Cospedal llamando fascista a Montilla. Que se lo llame yo, vale. Pero que se lo llame ella...

Es broma, es broma; yo no pienso que Montilla sea un fascista, pero sí creo que está exagerando un poco. En general, me da la impresión de que los políticos catalanes están sobreactuando. Y eso que Laporta no ha dicho nada todavía; igual está en Suráfrica, siguiendo a la Selección. Quiero pensar que los disparates que se están diciendo estos días son una obligada estrategia de cara a las próximas elecciones. Piensan que quien no se hinque de hinojos ultrajado no obtendrá suficientes votos porque los demás le acusarán de no tener suficiente sangre catalana.

Como siempre en el asunto de la reforma de los estatutos, me da la impresión de que los intereses de los políticos van por un lado y los de la gente por otro. Pero, tranquilos, no hay indiferencia ciudadana que no pueda combatirse con una buena oratoria.

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