Marco Incomparable

Gente que ignora dónde hay un Zara

grimaldi

 

No es que yo quiera invitar desde aquí a su alteza serenísma a comprar su ropa en Alcampo ni tampoco que quiera animarle a desmontar de un plumazo la operación puesta en marcha hace años para gracekellyzar (sin éxito, a la vista está) a su feliz esposa Charlene Wittstock.

 

Pero vivimos en un mundo en el que algunos sólo son capaces de vestirse con ayuda de un estilista si éste les lleva perchas de Christian Dior, Prada, Yves Saint Laurent o Armani a palacio y les dice qué les sienta bien y qué les sienta mal. Gente que siente pánico a llevar una blusa de H&M porque el mero hecho de no ser 'de marca' y que si para vestirse cada año tuviera que restar cuatro ceros a su presupuesto lo pasaría francamente mal.

 

Son personas siempre pendientes de las tendencias que se sienten inseguras fuera de ellas y fuera de todo lo que tiene que ver con... el dinero. Porque al final todo se resume en eso, en vestirse diciendo cuánta pasta se gastó, cuan inalcanzable es tal bolso o cual zapato. El gusto tampoco abunda, pero al final lo compran.

 

Charlene Wittstock es la pobre niña rica incapaz de sonreír, no sabemos si por haber cometido el error de casarse con Alberto de Mónaco o porque sus facciones no reaccionan ya tras haberse pinchado demasiado, y es el mejor ejemplo de este equipo de celebrities sin gracia ancladas en las grandes firmas.

 

Haute Couture de Dior para ella y para sus bebés gemelos, el príncipe Jackes y la princesa Gabriella Grimaldi. No hay más opción si quieres aspirar a ser Grace Kelly2. El color elegido para ella, todo un acierto de su estilista: verde pálido.

 

 

 

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