Palabra de artivista

Teatro y política en Málaga

Mañana jueves 5 de mayo estrenaré en el Teatro Echegaray de Málaga, ese que tantas veces visité de niño, mi nuevo espectáculo teatral Masculino Singular. Los estrenos son agotadores, pero no por la intensa labor de memorización de textos o los ensayos, sino por la prensa que hay que hacer cuando no tienes un presupuesto gigantesco para publicidad. Y promocionar algo que no sea una reposición de Arniches o un espectáculo popular de danza, directamente es una verdadera labor de  precisión. En mi caso es lo más parecido a meterse voluntariamente en un campo de minas para probar si consigues llegar al otro lado, junto al público, indemne. Hay que llamar la atención lo suficiente para que la gente se entere de que estás en el teatro, pero sin desviar el foco de tu arte. Tienes que saber comunicar: no voy a dar un mitin político, voy a remover conciencias, a plantear otro punto de vista, a cuestionar esta sociedad en sus defectos, o sea: lo que debería hacer el arte cuando no es puro entretenimiento.

Pero la estrategia principal que siguen los mecanismos de control, de represión, esos que el poder diseña para que "el pueblo" no se le desmande, es hacer pasar por arte el puro entretenimiento idiotizante, el que hace olvidarte de todo, evadirte de la realidad lo más posible, adormecer tu consciencia... y por puro radicalismo político cualquier cosa que tenga como objetivo algo más que desconectar tus neuronas unos minutos. En mi caso esa dualidad siempre ha aparecido en la forma del glamour, apariencia y divertido personaje de la "Diva" versus el transgresor "maricón pintado" que amenaza todos los prejuicios del público bienpensante haciéndoles retorcerse en sus asientos.

Quizás fue esa dualidad la que me llevó a quitarme el turbante, el maquillaje y la mayoría de los "adornos" que distrajesen de mi artivismo. Estaba harto de que me dijesen cómo debía ser el "personaje", la "famosa" y negasen que soy yo el que decide lo que quiero hacer con mi nombre (porque, por más veces que me preguntes "¿tu nombre real cuál es?", voy a seguir contestándote "Shangay Lily, el otro es mi 'nombre de esclavo', me lo impusieron sin mi consentimiento, para tenerme controlado").

En Málaga ya han aparecido los primeros roces con mi agente que me recriminaba esta mañana: "¿Por qué hablas tanto de política?". Se refería al titular que esta mañana aparece en portada de La Opinión de Málaga y que dice así: Shangay Lily: «Con el PP volvería la España provinciana».

Teatro y política en Málaga

Obvio explicar que a mi agente teatral en Málaga no le ha gustado ni un pelo. "¿Por qué no hablas sólo de tu espectáculo?", me recrimina, obviando que mi espectáculo es un aviso de la que nos espera como no salgamos de este estado de estupor, indolencia y conformismo en el que nos hemos sumido, especialmente la izquierda. Esas críticas tienen el efecto inmediato de despertar a mi monstruo rebelde, ese que me retiró de la televisión para siempre si la condición era simplemente "entretener" a la audiencia para que no pensasen, para que sintiesen que ellos mandan y mi trabajo es divertirles con mis coloridas frivolidades.

Yo quiero entretenerles, pero haciéndoles pensar. Ya sé, ya sé, suena a tópico, pero es la verdad. Y mucho más en el teatro. Por eso cada vez hay más personas que aman el teatro. Es el último reducto del contacto directo, sin editar, sin manipular.

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