Palabra de artivista

Del PP al POPO, perdiditos

Crecer siendo homosexual te hace depender del humor como los peces dependen de sus branquias: si vives sumergido en los mares de la discriminación es cuestión de supervivencia. Cualquier minoría descubre esto pronto. Así que ayer sentí un orgullo enorme cuando en twitter, en medio de una nueva sarta de insultos cristofascistas y chulerías varias (el facherío estaba muy crecidito ya antes de que se cerrasen los colegios electorales), recibí un tuit con un enlace sin más. Cuando abrí en el enlace, este fue el vídeo que encontré:

Casi me caigo de la silla de la risa. Inmediatamente pensé: "mientras tengamos esta inteligencia, no van a poder con nosotras" (sí, cuando se habla de activistas luchadores se emplea siempre el plural femenino/feminista mayestático). Y, una vez más, me devolvió el otro mecanismo de supervivencia que los diferentes, los minoritarios, los raros, los que no somos mayoría aunque lo seamos, hemos aprendido a atesorar como un cardiaco su pastilla de nitroglicerina: "relativizar".

Y entonces apareció Mariano Rajoy, cual niño de San Idelfonso que "canta" el Gordo. Y su canto/discurso fue tan blindado, tan gris e institucional, que ver crecer el cesped de entre las losetas de mi acera me pareció una aventura trepidante. Su discurso se debería vender en comprimidos de 5mg para combatir el insomnio, pensé.

De entre toda la retahíla de lugares comunes y odas a la burocracia más anodina que aquél hombre impertérrito desgranó en lo que llamaban discurso, me llamó la atención una sola cosa: el cinismo de Rajoy erigiéndose en el paladín de los desfavorecidos, pobres y enfermos de repente. "Pensaremos en ellos antes que en nadie", afirmó pomposo. Inmediatamente quedó patente que, gracias a su aplastante victoria, el PP ahora iba a pasar a ser puro POPO. No, no me refiero a la defecación que muchos ven en ese particular conglomerado de franquistas reciclados, empresarios corruptos y opusdeistas obligados a vivir en democracia, sino en las siglas del Partido Obrero POpular (POPO), ese nuevo partido tan preocupado por los parados que ahora quiere presentar Rajoy como panacea de todos los sufrimientos causados por el PSOE y Zapatero (en exclusiva, ya sabemos que la crisis mundial, la especulación germana y las cláusulas leoninas del FMI o el BCE ya no existen en España desde hace 3 años). POPO, Partido Obrero Popular, eso es lo que Rajoy ha revelado como primer acto presidencial. "El partido de todas las minorías". Y esto después de recurrir los derechos de todas esas minorías en el Tribunal Constitucional. ¡Alehop!, el poder ha transformado al partido elitista, hundido en corrupción hasta las cejas, en un partido al servicio de las injusticias, los pobres y el pueblo llano. Y Ana Mato sufriendo por su Jaguar que ahora tendrá que cambiar por una camioneta de trasladar a desahuciados hipotecarios.

Aunque también me gustó el momento "Les invito a...". Pude ver que la masa de dondevavicentes que se había reunido frente a la sede popular de Génova contuvo el aliento expectante. ¿A una ronda?, se preguntaron los más fiesteros, precalentados por ese infame DJ, talifán de Lady GaGa, que contrataron para devolver el perfume a verbena de pueblo a la capital. ¿A un cargamento de tijeras para recortar derechos desde ya?, pensaron los más melancólicamente franquistas... ¿A un camión de lejía para desteñir las jodidas camisetas verdes esas de la educación pública que no me dejan en paz ni en las mesas electorales aunque las prohíba?, pensó ufana Espe Aguirre (colada en el balcón en un último intento de congraciarse con un sector del partido al que ha espiado, atacado, despreciado y ridiculizado). Pero resultó que a lo único que invitaba Rajoy el Sobrio (de repente estaba casi virreynico), era "a compartir esa confianza". Sí, hombre, la confianza de que ahora no he dicho nada de lo que he dicho. Vamos, para entendernos, a una ronda de "Donde dije digo, digo Diego". Que va a ser la bebida más popular en los próximos años.

Y para empezar con la ronda de invitación, ¿para qué esperar a mañana? Don Rajoy el Sobrio, en el mismo balcón ya se apresuró a sacar la goma de borrar (que parece va a ser su programa real) y afirmó un angustiado "No va a haber milagros" que a más de uno nos sonó a disculpas por adelantado.¿Pero no ibas a arreglarlo todo si ganabas, Mariano? Se preguntó el votante cegado por las mil promesas peperas y las culpas a Zapatero para apresurarse a votar por "el cambio". Pues si no va  a haber milagros... ¿qué cambio es este?, empezó a inquietarse el enfervorecido votante de clase media que había entendido en Intereceonomía, leído en La razón, escuchado en la COPE, que en cuanto ganasen, los gays iban a desaparecer, el Orgullo no iba a gastarse el Tesoro del Estado íntegro en tangas de lentejuelas, plumas y besos impúdicos... y las mujeres que abortaban en clínicas de oro pagadas con el erario público ya iban a  desaparecer o las leyes de igualdad que habían agotado todo el dinero de España sacando a las mujeres de las cocinas y de debajo de los insultos machistas, ya no nos iban a seguir robando el dinero de la crisis, y Botín iba a poder regalar el dinero que Zapatero no le dejaba regalar, y la asignatura de Educación Para La Ciudadanía ya no iba a causar millones de parados porque... porque... bueno, ellos sabrían por qué... ¿Pero si esto va a seguir parecido, para qué he votado yo?, se cuestionó horripilado el empresario que ya había podido despedir a toda su plantilla y sustituirla con emigrantes sin papeles (cada día más difíciles de encontrar, los muy canallas, desde que se habían enterado de que en España el trabajo era sólo para los españoles). Si lo que nos prometes sólo es poder explotar al trabajador sin pagar casi nada y hacernos un ERE, aunque hayan subido nuestras ganancias, y de paso recibir una subvención... ¡eso ya lo teníamos con el PSOE!

Pero algunos votantes, los más aplicados, entendieron rápidamente que, aunque nada iba a cambiar en lo económico, ahora iban a poder desahogarse insultando a las "marimachos", "mariconas", "negros", "rojos", "travelos", "putas feministas" y "mujerzuelas" del pueblo.

Y eso consuela mucho, oye.

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