Palabra de artivista

PPropaganda y clientelismo

Un fenómeno que produce tanto estupor como indignación entre las filas de la izquierda concienciada es ese extraño paradigma por el que cuantos más escándalos de prevaricación, corrupción y maltrato al votante plaguen al PP, más les votan. O eso pareciera.

El caso de Jaume Matas, que acaba de ser condenado a seis años en la primera causa del ‘caso Palma Arena’, es una nueva prueba de ello. A pesar de los escándalos de corrupción, prevaricación y cohecho que han plagado sus gobiernos, el actual presidente balear es el popular José Ramón Bauzá. Que llamen a Jiménez del Oso, esto debe ser un fenómeno paranormal. ¿Pero la gente es que no se entera o es que les han estado implantando un chip en el cerebro?, se preguntarán algunos ciudadanos medianamente coherentes.

La respuesta es bien clara: el Partido Popular es el rey de la PPropaganda y el clientelismo. Especialmente algunos dirigentes especializados en el populismo más dicharachero (un saludo Espe, un saludo Rita, un saludo Gallardón, un saludo Fabra). Tienen buena escuela: la Iglesia Católica, su maestra y líder, lleva siglos imponiendo estas tácticas para mantener su reino de terror, mentiras y abusos. Aunque hay quien vería muchas de sus tácticas bien planteadas durante ese delirante reino de folclore, pan y circo que fue la dictadura de Franco.

La derecha en el estado español se ha especializado peligrosamente en las campañas difamatorias, destructoras, de acoso y derribo. En la oposición por avalancha. Y si en el proceso entierran la democracia y a todos los inocentes que pillen a su paso, pues son daños colaterales que bien valen un trono. Ya lo dijo Ansón cuando confesó que para derrumbar a Felipe González habían hecho peligrar a la misma democracia. Y se quedó tan pancho. Y lo volvió a repetir en Salvados: Luis María organizó un complot para echar a Felipe, le dijo Jordi Évole a la cara (y luego se lo enseñó a Felipe González, en un efectista triple giro mortal). Y él se regodeó en su hazaña:

"Una operación de acoso y derribo que efectivamente la hicimos y la hicimos muy bien. Salió muy bien".

El propio Pio Moa, rey de la mentira y la manipulación, se escandaliza ante la amoralidad de Ansón:

Luis María Ansón dice, entre otras cosas llamativas, que "la operación de acoso y derribo contra Felipe González estaba sustentada, no en la corrupción o el GAL; sino en que había ganado cuatro elecciones e iba a por la quinta. Y si habíamos salido de una dictadura de 40 años no era para entrar en otros 40 de una socialdemocracia como la sueca, sin cambiar el Gobierno."

¡Unas pocas frases pueden revelar un mundo! Es decir, que, según él, no se trataba de que el PSOE lo hiciera realmente mal (Ansón no se cansa de llamar a González "hombre de Estado"), sino de manipular a los electores, simplemente porque algunos personajes, en la sombra, habían decidido que ya bastaba de poder socialista y convenía (les convenía a ellos) una alternancia. He aquí una actualización del sistema de la Restauración, que en su tiempo y solo al principio pudo ser aceptable, pero no hoy, desde luego. Concepto caciquil, porque la democracia permite la alternancia, pero no obliga a ella si el partido en el poder, manteniéndose las reglas del juego, lo hace lo bastante bien para ganar sucesivas elecciones, o sus adversarios lo hacen lo bastante mal.

¡Y esto lo dice el rey de la manipulación, el revisionismo y la propaganda!, repito. Pero los ciudadanos permanecen ajenos a esta clara exposición de las tácticas de la derecha y sus razones (no que sean corruptos sino que ahora nos toca el poder). ¿O quizás es aquí donde entra el clientelismo?

Viendo el ultrajante devenir del caso Camps, se podría deducir que la gran tragedia de Matas ha sido no tener a los suficientes valedores en el PP. O lo suficientemente poderosos. Unos aliados que hubiesen movido un juez aquí, un juicio allá, unas apariciones acompañado de presidentes de gobierno y de comunidades acullá y: ¡alehop!, inocente.

Pero parece ser que este condenado ya no servía al PP. A pesar de ser un excelente ejemplar de sus estrategias. El fiscal del caso Matas lo ha explicado bien claro: "Matas era un gran gestor, sí, pero no del dinero público, sino de su propia imagen".

¿Cuál es la diferencia entre esa revelación y el monstruoso gasto en publicidad de Esperanza Aguirre (620 millones de euros) que ha llevado a anunciar a varios medios que La publicidad se come el presupuesto del Gobierno de Esperanza Aguirre?

Los amigos son tan importantes. Casi tanto como los clientes.

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