Dejar de engordar a los burócratas para poder seguir alimentando a los hambrientos. En eso consiste el tijeretazo que el Gobierno aprobó el jueves para la Ayuda Oficial al Desarrollo.

La ayuda exterior es uno de los capítulos más castigados por el tajo: 800 millones de euros menos supone un 15,1% del montante que había para este año (5.264 millones de euros), lo que supera ese 15% ejemplarizante que el presidente ha decretado rebajar en su sueldo y en el de su Gabinete.La cooperación había sido mimada por el Ejecutivo desde que llegó a la Moncloa en 2004, cuando España sólo dedicaba 1.985 millones de euros a los pobres del mundo. En estos seis años, la ayuda se duplicó, desde el 0,23% del PIB que destinaba el Gobierno de Aznar al 0,47% del PIB que presupuestó Zapatero este año.

Pero esto no tranquiliza a las ONG ni a los responsables de la Agencia Española de Cooperación Internacional. El PSOE también está molesto, porque la promesa electoral de alcanzar el 0,7% del PIB al finalizar esta legislatura no se cumplirá.A todos ellos ha prometido el Gobierno que la lija sólo afectará a las partidas de "aportaciones voluntarias a organizaciones multilaterales", y no a las que reciben las ONG para poner en práctica mejoras concretas en zonas necesitadas. España será menos generosa con el dinero que destina a las estructuras de organismos como la ONU o el Banco Mundial, por ejemplo, pero se mantendrá como el sexto país donante en ayudas al desarrollo.

Si resulta cierto que los proyectos concretos no se verán mermados, sólo cabe preguntarse por qué no se ha buscado antes esa eficiencia en el gasto que ahora se impone. Por qué se ha gastado más si se puede hacer lo mismo con mucho menos.