Lloviendo piedras

No cantemos victoria, aún no hemos ganado.

El resultado de las elecciones del 24 ha traído una ola de ilusión y alegría a las calles de Madrid. Las desbordantes muestras de apoyo durante la campaña de Ahora Madrid, expresaban ilusión por la victoria posible, que parecía inimaginable cuando las encuestas otorgaban un resultado modesto
La alegría de la noche electoral, no sólo no ha parado, sino que ha seguido creciendo y multiplicando el potencial de cambio para un Madrid empeñado en recuperar el pulso de la ciudad que siempre ha sido, la que quisieron enterrar en ladrillo y milagrosamente resistió para florecer en esta primavera del cambio.
Es la certeza de haber ganado una segunda oportunidad para abrir un nuevo tiempo y reinventarnos desde lo mejor de nuestro pasado, soñando con un futuro que no se niegue a sí mismo. Desde esa seguridad de la victoria conquistada se anuncian las grandes líneas de un gobierno aún por componer, las que querremos traspasar, y aquellas a las que ni nos acercaremos para no tener ni el riesgo de pasarlas.
Y yo, desde cierta distancia, desde la experiencia de un año lleno de revolcones que cambian todo de un día para otro, en cuestión de horas, o minutos, no puedo evitar que una fecha me repique en la memoria. No puedo evitar acordarme de un 10 de junio de 2003. No puedo olvidar que aquel día el cambio de Madrid se frustró en una jugada que llevó semanas gestar y minutos ejecutar limpia e irremediablemente.

Aquel día no sólo la condición humana de dos miserables truncaron las esperanzas de millones de madrileños. Además aquel día, quienes mandan sin presentarse a las elecciones, descubrieron que podían llegar mucho más lejos de lo previsto para proteger sus intereses y que nada pasaba. Aquel día, quienes manteníamos la esperanza en el Madrid del futuro, descubrimos con una mezcla de estupor y amargura, cuán lejos habían llegado doblegando a Madrid bajo el yugo de la tangentópolis, hoy más conocida como "black tarjetópolis", en la que la implicación de todos sirvió para desmantelar una sociedad civil que, hasta entonces, siempre había estado a la altura.
A días de la investidura de Manuela como alcaldesa, no puedo evitar pensar en el origen del Tamayazo, un poder económico intranquilo ante las declaraciones de Simancas sobre la presidencia de Caja Madrid, y no dejo de pensar que es de obligada lectura, para hacer política en Madrid, el ensayo de Juan Carlo Escudier sobre la biografía de Florentino Pérez, "Florentino Pérez, retrato en blanco y negro de un conseguidor".
Lo más doloroso de aquel junio de 2003 fue nuestra incapacidad de movilizarnos frente al robo electoral.

Ha costado mucho salir de aquel páramo de indiferencia social. Ha resultado muy costoso dar los primeros pasos para recuperar un pueblo consciente de su poder político. Hoy las cosas han vuelto a su cauce, y las calles de Madrid están más vivas que en décadas. Sigamos tejiendo una tupida red de hombres y mujeres dispuestas a ejercer su tarea ciudadana hasta las máximas consecuencias para que nunca más algo tan fácil, como comprar a dos, implique hundirnos a millones.

Y sobre todo no olvidemos que, hasta el sábado, todo es posible, porque un poder económico que se piense sin influencia en el poder político es impredecible.

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