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Principios, medios y fines

"Esta vez desde los principios". El lema de la última campaña de Bankia se despliega en un entorno idílico y familiar en las pantallas ofreciendo créditos y réditos para todos. Ya no será banco malo, se han enmendado, esta vez empezarán de cero, pero todos sabemos que han empezado desde menos cero, con saldo negativo en los balances y en la credibilidad pública.  En cuanto a sus principios éticos a los que recurren para salvar la cara, y tal vez la caja, la confianza comienza también con un saldo muy negativo, con las acciones cotizando en el subsuelo del parqué y con el escándalo de las preferentes y las derivadas y  de las mil trampas que idearon en tiempos de bonanza para esquilmar a los ahorradores incautos y a los hipotecados con cláusulas abusivas. Nunca tuvieron principios, solo medios espurios para justificar fines inconfesables.

La publicidad televisiva tiene un nuevo lema en estos tiempos: pobres pero sanos y guapos. Son mayoría los anuncios de lácteos milagrosos que acaban con el malsano colesterol, elogios de la comida sana y de la cosmética reparadora. Ya no se come por gusto, por el placer o por el sabor, sino como parte de una rigurosa dieta y hasta las latas de atún se presentan como si fueran medicamentos, que también ocupan un lugar relevante en la publicidad. En tiempos de crisis dicen los expertos se incrementa el consumo de cosméticos que también nutren y reparan y preparan para poner al mal tiempo buena cara. La única tentación asequible la presentan los anuncios de chocolate, chocolate para mordisquear mientras en la pantalla, entre bífidos y serum, circulan a toda velocidad vehículos de alta, media y baja gama que hay que vender a toda costa y que casi nadie puede comprar. Para completar el paisaje publicitario están los anuncios solidarios y las campañas sociales auspiciadas por entidades bancarias y grandes empresas, coartadas nimias para grandes causas. Ni la banca, ni la empresa, nos cuentan entre líneas, son culpables de lo que nos está pasando por nuestra mala cabeza, por no leer la letra pequeña y por creernos sus mentiras. No tienen la culpa pero en un acto de generosidad extrema se muestran dispuestos a echarnos una mano para sacarnos del pozo en el que nos han metido. Esta vez desde los principios.

La televisión es nutritiva, la televisión es el único medio por el que se informa el 56% de los españoles,  monótona y previsible receta de noticias enlatadas y prefabricadas, de hueras declaraciones de políticos que no dicen nada y cuando dicen algo lo dicen mal. Examinen la sintaxis de Rajoy en sus parcas intervenciones, escuchen como hablan los políticos, como machacan la sintaxis y la sindéresis los portavoces, como cuando no tienen papeles delante ( y a veces cuando los tienen también) son incapaces de hilar una elocución correcta. La explicación de Cospedal sobre el finiquito aplazado en forma de simulación de Bárcenas merece una pregunta en los exámenes escolares, una pregunta trampa: Explique el alumno el significado de la entrecortada y balbuceante frase de esta lumbrera política. No es que mientan siempre es que además lo hacen mal y este mal se extiende a los presentadores de los informativos, a los reporteros y a los contertulios y se dispara en las encuestas callejeras y en las manifestaciones espontáneas de los ciudadanos. Dime como hablas y te diré como piensas.

Informarse exclusivamente a través de los telediarios conduce a estar ampliamente desinformado y sometido a una jerarquía de lo noticioso más falsa que un euro de madera. En los telediarios de TVE y por acuerdo entre todas las partes implicadas, el reparto minutado de la información política nacional se realiza por el número de escaños conseguidos en las últimas elecciones. Más minutos para el partido del gobierno, menos para el primer partido de la oposición y unas migajas para el resto. Más para el que tiene más, menos para el que tiene menos y nada para los que no tienen un escaño que llevarse a la voz. Si la noticia del día la protagoniza Izquierda Unida, por ejemplo,  los representantes del PP y del PSOE tendrán más tiempo para comentarla que el concedido a la propia noticia. Contra esta práctica torticera, pero práctica para mantener el estatus, se han rebelado en incontables ocasiones los periodistas del Ente pero con la última contrarreforma popular, los díscolos han sido silenciados y marginados y los informativos se gestionan a través de unos directivos avalados por la titánica labor que llevaron a cabo para destruir Telemadrid. TVE no es un bocado demasiado grande para ellos, se lo han tragado de un buche y nos han dejado sus heces y algunos huesecillos sin nada que roer.

Un aviso para los adictos a los telediarios, es muy perjudicial pasarse de dosis, basta con un telediario al día pues la segunda edición se limita generalmente a repetir los contenidos de la primera con algún aditamento. No se atraquen, recuerden que la televisión engorda.

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