Mi televisión y otros animales

Prostitución es vieja profesión

La indignación me embarga como el banco el mes pasado. Me uno a los vecinos de Casteldefells, que tienen que aguantar la visión de prostitutas en su barrio a plena luz del dia.  Por lo menos ellos las tienen en la calle. A mí me las han metido en el salón y a las once de la mañana, nada menos.

Algo he debido perderme con el asunto del horario de protección a la infancia. Y ya de paso con la dinámica de la denuncia ciudadana. Este mismo martes me marco un zapping legañoso y aterrizo en TV3, que viene muy bien para despertarse cuando aparece Pilar Rahola. La cosa va de esos vecinos de Castefa, que se quejan de la prostitución en sus calles. ¡Que hay señoras que fuman y te llaman de tú por ahí, a la vista de los niños y a plena luz del día! Y para demostrarlo, pusieron unos vídeos con señoras que fuman y te llaman de tú por ahí, en horario de protección a la infancia y en una tele pública. Y luego soy yo el que hace un blog irónico.

Retomo el zapping y me paro en La 1. A veces tengo días así. El tema es la polémica desatada en Chipiona. Vuelven las dos Españas, la división que enfrenta a hermano con hermano y separa a las familias. ¡Que han abierto un sex shop! Menos mal que para esto queda el periodismo de investigación, que no se ha vendido, que mantiene sus esencias. El reportero se juega el tipo preguntándoles a los abuelos del lugar qué opinan de tan arriesgada iniciativa empresarial. ¿No estábamos en crisis?

Luego Concha García-Campoy y sus acólitos se lanzaron a la yugular de Fernando y María, los flamantes vencedores de Pekín Express. Que no, que eso de que no quieran rajar de los demás concursantes no está bien. Menos mal que nos quedan periodistas de raza en pos de la verdad.

Pero de Iker Jiménez ya hablaré otro día.

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