Mi televisión y otros animales

Y nos dieron las once y las doce

Resentido como estoy porque hayan quitado El programa de Berto, pensaba destrozar a su sustituta, La hora once. Todavía no lo he descartado.

Siguiendo el manual del buen crítico destroyer (un incunable de Carlos Boyero al que sólo unos pocos hemos tenido acceso), antes de tragarme la versión que van a poner los amigos de La Sexta, de origen americano, le eché un ojo a la versión inglesa. Siempre viene bien poder decir "era mejor el original".

Sobre todo cuando es cierto.

Les cuento: la cosa va de un científico, así, en general, que trabaja para el Gobierno resolviendo casos que tengan que ver con la ciencia, también así, en general. Por coherencia, supongo. Junto a él va una guardaespaldas rubia con muy mala leche, encargada de protegerle porque él es muy tonto y se mete en líos de esos en los que puedes acabar en el fondo de un río preguntándote cómo hacer para que el cemento que tienes en los pies flote. Lo malo es que siendo científicos, así, en general, seguro que acabarían averiguándolo.

Dentro de lo absurdo que es que el Gobierno mande a un señor que debería estar en un laboratorio a hacer el trabajo de la policía (por otra parte con sueldos mucho más económicos), la gracia del original británico es que el protagonista es Patrick Stewart. Este señor siempre hace papelones de señor calvo por su ausencia de pelo y porque es un actorazo como la copa de un pino. Y la rubia en cuestión es Ashely Jensen, la misma que se comía con patatas a Ricky Gervais en Extras y que luego desaprovecharon a muerte en Betty.

 La hora once

Jueguen a las siete diferencias o a adiviner qué valoraron más los del casting americano

Por otra parte, los guiones son arriesgados y se atreven a poner en boca del personaje principal ideas como la de que si se parara la investigación con células madre sería una catástrofe. ¡O hacer escenas de sexo sin amor! Menos mal que no ponen aquí esa versión libertina o me veo una manifestación. Y figúrense lo que sería que hubiera más manifestantes que gente con La Sexta sintonizada.

Todo esto está mucho más descafeinado en yanquilandia, donde lo ha cogido Jerry CSI Bruckheimer y se ha marcado un procedimental más. No deja de ser una especie de mitad de camino entre Bones y El mentalista, pero con mucho menos humor, por no decir nada. A lo mejor por el agravio comparativo, me parece que el protagonista americano carece de todo tipo de carisma. Claro que también soy yo, que desconfío de un supuesto "biofísico" que investiga sobre la materia oscura del Universo. Y no es un doble sentido sexual ni escatológico.

También hay quien la compara con Fringe. Quizá por momentos se acerque al tono, pero la serie de J. J. Abrams está mucho más centrada en la trama horizontal. Y el científico es mucho más en general incluso que el de La hora once. Vamos, que se les va la olla con la parte pseudocientífica muchísimo más, al menos hasta donde yo he podido ver.

En resumen, otro procedimental, ni más, ni menos. A mí no me interesa, pero si hay gente viendo tres veces la misma serie porque cambian el decorado de la ciudad, esto puede ser un éxito. Luego sacamos La hora doce y otras secuelas como ¡Coñe, ya es la una! o Vamos a acostarnos, que esta gente querrá irse. Y a forrarse.

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