Mi televisión y otros animales

La contraprogramación es buena

Hay palabras que usamos mal sistemáticamente. Mi profesor de inglés se partía de risa cada vez que oía que decíamos playback para referirnos a mover los labios mientras suena un disco. Luego decimos "dantesco" cada vez que a alguien se le olvida el grifo abierto en el piso de arriba y nos encharca el pasillo y mi abuela dice almóndrigas para hablar de esas deliciosas bolas de carne que hacen "chof" al caer en los jugos gástricos de mi estómago, donde se hacen fuertes durante horas y horas.

Y por último está "contraprogramación". Como su propia morfología nos indica, esta palabra hace referencia a programar a la contra. Es decir, a dedicarse a la competencia lícita entre las cadenas de televisión. No tiene nada que ver con la desprogramación, que es eso de marear a la audiencia cambiando los horarios o días de emisión en el último momento y avisando ya si eso. Esto segundo, a lo que solemos llamar "contraprogramación", lo llamaríamos "ser gilipollas" si un señor anunciara en un cartel que tiene una panadería y al entrar en su local nos encontráramos con una ferretería.

Así que la contraprogramación es buena para el espectador (palabra del Capitalismo, gloria a ti, señor Botín). Y, por mucho que les cueste creerlo, a las cadenas. Sobre todo si se hace con inteligencia. Me explico: imaginemos que Telecinco tiene un programa de corazón en cierto horario y que hace un 20% de share. Tú, como programador, puedes hacer otro programa de casquería famosil y repartirte esos 20 puntos de cuota con Berlusconi, que todos sabemos que es muy generoso y que comparte cosas que los demás apenas imaginamos. O puedes preguntarte que es lo que quiere ver, no ya el 80% restante, sino incluso la gente que tiene la televisión apagada y no está practicando sexo (a estos les damos por perdidos directamente).

Pues estas son las cosas que de repente hace Televisión Española sin querer, y le salen bien. La noche  del miércoles parecía que la gran batalla iba a ser entre Los hombres de Paco en Antena 3 y La que se avecina en Telecinco. Y así fue,sólo que lo que disputaban era la segunda posición. El primer puesto se lo llevó cómodamente La 1 con Comando actualidad. ¿Por qué? Dejando aparte el atractivo intrínseco del formato, que en algún sitio estará, porque era la única televisión que ofrecía una alternativa de verdad a la ficción española de sus grandes competidores y a la americana de las demás (Cuatro estaba con una película yanki y La Sexta con Bones).

Por las mañanas hay un fenómeno parecido llamado La ruleta de la suerte. Miren que no me gusta, ¿eh? Pues al final es el único refugio de anarroseos varios para más de un millón de espectadores diarios. Salvo en la capital del reino, que Telemadrid siempre deja un hueco a la esperanza y nos regala con las ocurrencias de Curri Valenzuela, la Stephen Colbert castiza.

Para que luego nos cuenten milongas de la oferta, la demanda y la mano invisible que les trajo a todos.

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