Mi televisión y otros animales

Opiniones retornables (I)

Por favor, Gran Wyoming, ¡móntales algo a los de Intereconomía! Mientras en Estados Unidos se acercan los sweeps de noviembre (un momento crucial en la medición de audiencias) y aquí la temporada avanza a su ritmo normal (es decir, a trompicones), este comentarista está sin cosas interesantes que contar a sus sufridos lectores. Para hacer tiempo mientras el señorito Monzón acude al rescate, repasamos los retornos de algunas de las series a la parrilla americana:

Dexter. Genial, como siempre. Esta serie te puede gustar o no gustar de base, pero nunca defrauda. La cuarta temporada ha arrancado con potencia y profundizando el afilado humor negro que la envuelve. En ese sentido, se acerca un poquito más a las novelas en las que se basa. Habrá quién le encuentre un exceso de atención a la vida personal de los protagonistas, pero confiemos en los guionistas. Siempre que ha parecido que hacían algo raro, al final todo ha encajado. Si Dexter le gusta, le alegrará saber que sigue tan fiel a sí misma como la militancia del PP.

Son tremendas hasta las promos. Lo mismín que las de De repente, los Gómez, por hacer leña del árbol caído

The mentalist (El mentalista). Se desliza rápidamente hacia la categoría de "sólo para fans de procedimentales". La segunda temporada tiene un gran tercer capítulo, pero sigue abandonando su trama trasversal en exceso. En cualquier momento, alguien dirá que han cogido a Red John y Patrick Jane preguntará: "¿a quién?". Simon Baker está bien, pero no puede aguantar toda una serie él sólo mucho más tiempo. Lo mejor en lo que va de temporada, los brevísimos diálogos de Rigsby y Cho. De lejos.

The office. Volver a Dundler-Mifflin tiene algo de irte de cañas con los amigos y que te pongan al día de sus vidas. El de la boda (no diré de quién, por si andan ustedes despistados) es un capítulo sencillamente maravilloso. Al igual que pasa con Dexter, The office dispara filias y fobias, pero cumple las expectativas en ambos sentidos.

The Big Bang theory (Big Bang). La audiencia americana cada día respalda más a esta panda de frikis y con razón. La secuencia de Raj y Sheldon con Eye of the tiger de fondo  es antología del humor empollón. Lo único es que precisamente Sheldon se empieza a convertir en omnipresente y empieza a percibirse el peligroso síndrome de Barney Stintson. ¿Qué qué síndrome es ese? Se lo explicaría, pero ¿qué les iba a contar entonces el próximo día?

Y con esto, a ver si aprenden los de Perdidos a hacer cliffhangers.

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