Mi televisión y otros animales

Zapatero vs. la Esteban

Sí, ya sé que se supone que este blog es un espacio libre de ella. No la mencionaré más. Pero entiendan ustedes que no podía renunciar al título más potente desde Alien vs. Predator. Y total, el post va a estar igual de vacío de contenido que aquella película.

Porque es cierto, Zapatero ni siquiera tiene nada que ver con esto, entre otras cosas porque él es más de Wyoming que de Jorge Javier. La noticia la dio El País, que es un diario como Público, aunque algo peor desde mi punto de vista. Porque mi punto de vista está muy mediatizado por los extractos de mi cuenta corriente, ya perdonarán los amables lectores.

Según estas personas (los de El País, no los amables lectores, aunque puede haber intersección entre ambos conjuntos), el ministerio de Industria, que coincide que dirige Miguel Sebastián, le ha dado a Salvamé  una colleja por hablar de sexo en esa entelequia que algunos conocemos como horario de protección para los menores y que los ejecutivos de televisión llaman "¿lo qué?". Ah, a Telecinco sí y a los documentales de La 2 no, ¿eh? Cómo me enervan estos progres, de verdad.

El capirotazo puede materializarse en una multa por la inquietante cantidad de ¡300.000 euros! No se rían, que es una cifra muy importante. Por si no recuerdan el post correspondiente, esto equivale a un cuarto de hora de publicidad en el horario de emisión del programa. En realidad, unos 12 minutos, que van a meter una subida de tarifas publicitarias tal que Esperanza Aguirre se va a poner verde de envidia.

Se lo traduzco al román paladino:

es una multa de mieeeeeeeeeeeeeeerda

Y eso suponiendo que llegue al máximo valor y creyendo ciegamente en que el expediente sancionador de Industria llegará a algún sitio. Partimos de esa hipótesis porque si no, no tengo de qué hablarles hoy. Podemos crear todos los Consejos Audivisuales del mundo y proponer todos los códigos autorregulatorios del mundo. Aquí todos los años hay alguien que se autorregula para dejar de fumar por estas fechas. Y cuando digo "alguien", me refiero al mismo. Mientras el riesgo de las cadenas sea perder el dinero que dejan en propinas una noche mala, no serán más útiles que un comercial en Televisión Española.

Como en esta bendita realidad plurinacional ponemos cara de Carmen Lomana en el Burger King cada vez que suena algo que remotamente pudiera parecer algo con cierto aire a una cosa con un leve aire a un pariente lejano de la censura, es difícil proponer un aumento del poder sancionador de los consejos o de organismos oficiales. Aunque, citando al clásico: "¿es que nadie piensa en los niños?".

La otra opción es la inveterada cantinela de otro clásico, el que humildemente suscribe estas líneas. Mientras ver a Karmele jugar con unas bolas chinas a la hora de la siesta congregue a dos millones de personas frente al televisor, independientemente de que sus hijos, sobrinos, primos o mano de obra barata estén presentes también, poco nos queda por hacer. Diría "apaga y vámonos", pero ahí está precisamente la penca del asunto.

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