Todo es posible

Freno a los especuladores

Supongamos que nos han convencido, aunque nos disguste, de que hay que trabajar más, ganar menos, jubilarnos más viejos y con menos pensión. Todo en aras de la paz social que han pactado los sindicatos con el Gobierno y la patronal. Ojalá sirva, al menos, para que las empresas contraten a cien mil jóvenes sin empleo o parados de larga duración, mientras el Estado se hace cargo de sus cuotas de la Seguridad Social.

A cambio de tan buena disposición sindical y ciudadana, que los gobiernos europeos, incluido el nuestro, no echen en saco roto algunas propuestas alternativas que se quedaron en vagos propósitos de enmienda. Más de una vez, en algunas cumbres internacionales, hemos oído al propio presidente Zapatero plantear la conveniencia de suprimir los paraísos fiscales, perseguir el fraude fiscal y regular los movimientos financieros especulativos. Sería una manera de aumentar los ingresos y, de paso, reducir las desigualdades económicas. Ya sé que, a estas alturas de la crisis, quien hable de la tasa Tobin (leve impuesto sobre determinadas transacciones internacionales) será considerado un hereje, o un simple idiota, por parte de esos mercados inflexibles frente a cualquier propuesta de reforma por leve que sea. Sin embargo, los gestores de los fondos basura, culpables de la crisis, siguen encabezando la lista de los más ricos del mundo. John Paulson, uno de los especuladores más agresivos de Wall Street, se ha embolsado este año cerca de 3.700 millones de euros, 5.000 millones de dólares en números redondos, a base de invertir su controvertida fortuna. ¡Qué desenfreno!

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